Miquel Sureda, en su campo de Manacor, en medio de una de sus plantaciones de pitayas.

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Miquel Sureda ha trabajado toda su vida como tapicero en su ciudad natal, Manacor. Sin embargo, hace unos cinco años que comenzó con una afición un tanto peculiar, el cultivo de pitayas, una fruta tropical también conocida como ‘fruta del dragón’. «Todo surgió por simple curiosidad cuando buscando por internet me empezaron a salir recomendaciones para el cultivo de pitaya y, sin más, decidí probar». Poco a poco su afición fue a más y en su pequeño campo de Manacor ya tiene cultivadas a día de hoy más de diez variedades de esta fruta.

La pitaya es una planta originaria de Centroamérica por lo que necesita un clima cálido. «En Mallorca debemos sembrarlas en invernaderos ya que no soportan las heladas», explica. Por norma general deben estar entre 25 y 40 grados. «Otra de las cosas que suele sorprender es que es una planta trepadora, es por ello que necesita estructuras adaptadas que le permitan su crecimiento», explica Miquel Sureda. «Son como cactus de selva, crecen debajo de los árboles», matiza.

Otra de las peculiaridades de esta planta singular es su crecimiento. «De la planta nacen varias flores y cada una de ellas se convertirá después en fruto. Lo especial es que la flor solo se abre por la tarde noche. Eso significa que solo podemos polinizar la flor en estos momentos, sino se vuelve a cerrar y ya no hay posibilidad de polinización». Una de las características principales de las pitayas es que florecen de noche, cuando las abejas no vuelan, un sólo día y que un determinado cultivar necesita el polen de otro ya que el suyo propio no daría fruto o sería muy pequeño. Además debe hacerse de forma manual. «Tengo que ir a visitar las plantas cada día para comprobar como están las flores y si alguna se abrirá ese mismo día, ya que solo tenemos unas horas para llevar a cabo la polinización». Un trabajo que Sureda hace con pasión.

La floración de la pitaya se da de mayo a septiembre. Desde la aparición del botón floral hasta la apertura de la flor pasan aproximadamente 20 días. Por su parte, la producción empieza a los 18-20 meses de su siembra. «Una planta de pitaya puede durar hasta 20 años, aunque normalmente a los 10 hay que desecharlas porque la producción empieza disminuir». El fruto se recoge maduro y puede conservarse hasta 20 días a 10 grados.

Miquel Sureda ha convertido su hobby en una pasión de la que disfruta tanto él como su familia y amigos, «la producción que saco la suelo repartir entre familia y amigos, tiene muy buena acogida y muchos no habían probado la pitaya nunca hasta que yo empecé a sembrarla». Existen más de 50 variedades de pitaya con las cuáles Sureda no descarta aumentar su pequeña familia. «Estoy trabajando en un nuevo invernadero para organizar y poder tener más plantas, por mi parte, espero tener pitayas muchos años más».