L’amor en Joan con su hijo Antoni y su nieto Joan, las tres generaciones. | Pep Córcoles

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Joan Colom, l’amo en Joan de Can Ribas, de Consell, cumplió 96 años el pasado día 25 de agosto. Desde que tiene memoria ha dedicado su vida al cuidado de las viñas de la centenaria finca citada. Hasta hace tres o cuatro años era habitual verle pasear entre las cepas, atento a la evolución del cultivo para ofrecer un consejo a su hijo, segunda generación al cuidado del buen hacer vino, o a los propietarios de la Bodega de Can Ribas.

L’amo en Joan es el patriarca de una saga de viticultores, siguen sus pasos su hijo, Antoni Colom, enólogo, y su nieto Joan Colom, que cuenta con el grado superior de formación profesional de enología y este año marcha a Logroño para licenciarse en el arte de hacer vinos.

La luz ha abandonado los ojos del veterano payés pero mantiene lúcida su cabeza, llena de recuerdos. Como buen hacedor de vinos mallorquines sostiene que su uva preferida es «sin duda alguna el manto negro». Se trata de la variedad reina en la comarca vitivinícola de Binissalem, y una de las variedades difíciles de vinificar correctamente. «Tiene un secreto, que más que secreto es algo de pura lógica: ha de madurar muy bien en la cepa para elaborar un buen vino, si no es así luego envejecerá muy rápido», sostiene el payés. Su hijo Antoni asiente y agrega que «el manto negro tiene a tornarse de un color terroso de forma rápida. Es preciso ser muy cauteloso a la hora de elaborar monovarietales».

L’amo en Joan prosigue: «Hace años se introdujo una variedad que proviene de Asia Menor, el shiraz, fue un gran hallazgo pues con una pequeña aportación mejora muchísimo al manto negro».
Su bisabuelo ya trabajó en la finca de Can Ribas. De hecho Joan Colom nació en la finca. «Yo siempre he vivido en Can Ribas. Antes no tenía la fama que tiene ahora, pero siempre ha producido vino», dice. Su hermano, Gabriel Colom, trabajó muchos años con él y recuerda que «fue en 1962 cuando nos propusimos recuperar la viña en serio. Sembramos las cepas a nueve palmos en cuadro y se labraban con nueve pasadas de caballería».

El bisabuelo de Joan Colom ya trabajaba en las viñas.

Can Ribas fue famoso durante muchos años por sus excelentes vinos blancos. L’amo en Joan recuerda una cata ciega en la que el evaluador destacó un vino: «Empezó a relamerse con un vino que llevaba el número siete y mi hija (Polita) se dirigió a mí diciéndome que ese vino era nuestro. Yo le dije que no porque les había indicado que no llevaran esas botellas. Mi hija me dijo que lo había hecho ella sin decirme nada. El calificador pidió que la descubrieran y, efectivamente, era un premsal blanc. El técnico, emocionado, me repitió varias veces que conservara esa variedad porque le parecía extraordinaria».

El buen hacer de este veterano payés se vio recompensado hace unos años con un vino y una etiqueta especial que los propietarios de Can Ribas quisieron dedicarle. Se trata de un vino del que solo se hace una pequeña cantidad cada año, elaborado con uvas de cepas muy viejas de manto negro, y que, como no podría ser de otra manera, se etiqueta como: L’amo en Joan.