Dispone de puntos de ventas en Barcelona, Madrid, Galicia y Murcia. | Pep Córcoles

TW
3

Hace siete años nació en el valle de Sóller una iniciativa novedosa en Mallorca, puesto que «antes nadie producía salsas picantes artesanales. De hecho soy el único salsero con carta de artesano de Baleares. Cuando me examinaron para concedérmela no había jueces formados en mi especialidad para evaluarme», se presenta el propio agricultor, Miguel Martínez. Este productor es el ejemplo del moderno agricultor, y como él explica: «Ya no se trata de ser payés sino un industrial de la payesía. Es decir: tenemos que cultivar, recolectar y transformar para vender un producto elaborado, diferenciado, de calidad y a un precio que haga rentable la actividad. Los vitivinicultores son el ejemplo inicial de esta industria del campo que necesitamos para Baleares».

Así, Miguel y su esposa Esmeralda han creado una empresa: Salsa Picante Martínez, que tras siete años se está expandiendo, creando empleo y riqueza para el sector agrario local. «Empecé cultivando unas 300 plantas en un huertito de Sóller. Ahora tengo ya a dos payeses cultivando para mí. Uno de ellos lo hace en Felanitx, y esta temporada es la segunda que trabaja para mí un agricultor de Llucmajor con un total de 3.000 plantas; es decir, diez veces más de lo que yo plantaba», informa.

Cuando comenzó cultivaba dos tipos de chiles o pimientos picantes. Hoy siembra carolina riper, najoloquia, escorpión, abanero, serrano y otras que le proporcionan materia prima para elaborar más de treinta salsas picantes diferentes. «Yo cocino para mí, investigo y creo salsas picantes con recetas que me gustan para mí; hago pruebas y pruebas y cuando tengo el resultado que me satisface las comparto con los clientes. Estamos cultivando la materia prima y elaborando algo exclusivo y de calidad», explica.

Esta experiencia ha tenido gran aceptación y, en estos momentos, los Martínez disponen de puntos de venta en Barcelona, Madrid, Galicia, Murcia, por supuesto que en Baleares, y una web muy activa que posibilita ventas en todo el mundo. «El lugar a donde ha mandado salsas picantes que más llama la atención es Tailandia. Y esa gente si que entiende de picante», bromea Miguel.

Miguel Martínez arrancó con el proyecto hace siete años en Sóller como un transformador del producto que hacía.

El agricultor produce y procesa actualmente unas 3 toneladas de chiles al año. En estos momentos las plantas se están desarrollando. «Siempre siembro tarde para evitar los temporales. El pimiento picante es muy delicado en su etapa de crecimiento. Prefiero sembrar un poco tarde y recoger cosecha hasta diciembre», dice. Cada planta llega a dar entre dos y cinco kilos de producto por temporada. Miguel selecciona los mejores chiles, que además de utilizar en su salsa, le darán las mejores semillas para realizar el plantel del año siguiente.

La experiencia de Miguel y Esmeralda Martínez ha sido tan positiva, según cuentan que, en la actualidad, están «negociando con una empresa del Levante español para producir salsa y que ellos la distribuyan», dice Miguel.