Albert Ferrer frente al punto de venta de la cooperativa que comercializa el producto de proximidad. | Assumpta Bassa

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La cooperativa de Artà se creó en 1979 y en la actualidad es una de las pocas cooperativas agrarias sin ánimo de lucro. Uno de los objetivos principales de la entidad es impulsar campañas sociales y proyectos que estimulen el nivel de vida de los productores y artesanos locales. Albert Ferrer (Manacor , 1992), economista, es el gerente de la cooperativa desde 2019. Afirma que el principal objetivo es que el productor local pueda obtener beneficios. La situación del pagès, con los años, ha ido cambiando y hoy en día quedan pocos productores locales.

«El agricultor ha ido perdiendo rentabilidad y por ello, poco a poco se ha ido pasando a la jardinería y al turismo. Hoy quedan muy pocos productores pero todos ellos son muy buenos. Se trata de gente con mucha ilusión con la que podemos impulsar proyectos muy interesantes. Nuestra filosofía pasa por tener un sector primario muy bueno y mejorar su calidad de vida, que el productor gane lo máximo».

La cooperativa tiene 160 asociados y 70 socios. Cuenta con un punto de venta que incluye los productores de la Isla con un apartado dedicado a la artesanía.

Desde la cooperativa tienen muy claro que es necesaria una promoción de la diversificación económica y la producción local. Para ello tienen en marcha un proyecto transversal con tres vertientes: social, agrícola y patrimonial. El pasado día 18 de enero se firmó un convenio con el Bisbat a través del cual la Diócesis cede el uso de terrenos que rodean la ermita de Betlem (propiedad del Bisbat) a la cooperativa, más de seis hectáreas, para llevar a cabo actividades agrícolas, culturales y sociales.
Ferrer destacó que «con este proyecto en la ermita de Betlem vamos a poner en valor el producto local. Nace de nuestra voluntad de mostrar lo que hacen los productores y que la gente pueda valorar todo este trabajo».

El gerente explicó que la primera actividad que se ha de llevar a cabo es el cierre perimetral de las parcelas en donde se va a trabajar. «Vamos a dedicarnos al mantenimiento de los olivos existentes, se sembrarán árboles frutales, almendros, olivos, perales... todo con variedades locales. Vamos a preparar el terreno y dar un valor al producto de Mallorca. Tenemos un plazo de tres años para buscar financiación».

También se ha planteado la siembra de viñas, huerto y plantas medicinales. La miel es otra de las opciones. Una vez en marcha se encargarán del mantenimiento y en un futuro la idea es abrir un punto de venta. Con este proyecto se conserva un espacio tan emblemático como es la ermita de Betlem y a la vez se incentiva un turismo sostenible poniendo en valor el patrimonio cultural del entorno. Ferrer destacó la vertiente social del proyecto. «Se crearán puestos de trabajo e intentaremos firmar convenios con diversas asociaciones sociales».