Carme Muñoz | Jaume Morey

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Tiene una gran facilidad de palabra. Y en sus argumentaciones, rotundidad y reflexión van de la mano. Carme Muñoz (Palma, 1982), se licenció en Pedagogía (UIB, 2005) y actualmente es la coordinadora técnica de EAPN (European Anti Poverty Network) en las Illes Balears. Acaba de dar a conocer el informe sobre la pobreza en 2010.

Le comento que debe sentirse como un pájaro de mal agüero. Me responde.
Carme Muñoz.- A veces sí, no voy a negárselo. Pero me digo: yo no he inventado la pobreza. Yo lo que hago es denunciarla. Y con cifras en la mano, que es la forma más contundente de hacerlo.
Llorenç Capellà.- ¿Qué piensa cuando ve el trasiego de imputados en casos de corrupción política por las pasillos del juzgado?
C.M.- Que si se les condena será porque se aprovecharon, en beneficio propio, de la bonanza económica de otros tiempos. Aunque bonanza la hubo, pero mal repartida. Ya es hora de que desterremos el mito de que en las Illes Balears todo el mundo es millonario. De hecho, en Palma, el porcentaje de pobreza es, y desde hace tiempo, uno de los más elevados del Estado.
L.C.- Felipe González no iba a creérselo. Cuando gobernaba se atrevió a regañarnos. Dijo que no nos quejáramos porque éramos unos privilegiados.
C.M.- Pues estaba muy mal informado, porque las cifras cantan. En el conjunto de las islas y, sobretodo en Palma, hay un número grandísimo de gentes necesitadas de ayuda. Y ya le digo, no le hablo de hoy, sino de muchos años atrás.
L.C.- ¿De cuando soñábamos vacas hermosas y robustas?
C.M.- Y al despertar continuábamos viéndolas, porque las había. Y por aquel entonces, desde las asociaciones asistenciales ya pedíamos más inversión para combatir la pobreza. ¡Y nada...! Ni los políticos de derecha ni los de izquierda, con todos los matices que se quiera, han mostrado voluntad por erradicarla. No comprendieron ni comprenden que la inversión en política social acrecienta las oportunidades laborales lo que, en definitiva, redunda en beneficio de todos.
L.C.- ¿Y qué países lo comprenden...?
C.M.- Los escandinavos. Y mire cómo les va. La crisis es para nosotros, no para ellos. España, en cuanto a inversión social, se halla casi en la cola de Europa. Y no se lo pierda: las Illes Balears son la segunda comunidad del Estado que menos invierte.
L.C.- Para que nos indignen los guiñoles franceses de Canal Plus...
C.M.- ¡Sí...! Nos indignamos por una broma al estilo Cracòvia, sin más trascendencia, y dejamos de lado las cosas realmente importantes. En el conjunto del Estado, un 25,50% de la población total se halla en riesgo de pobreza.
L.C.- ¿Cuáles son los sectores más afectados?
C.M.- El de los jóvenes, el de las mujeres que tienen hijos a su cargo, el de los ancianos y el de los inmigrantes.
L.C.- ¿Van a perdonarnos, los jóvenes, la sociedad que les legamos?
C.M.- Sí. Yo soy joven. ¿Y por qué no íbamos a hacerlo...? Seamos jóvenes o no, dejémonos de buscar culpables y aportemos ideas que ayuden a crear ocupación. O miramos hacia adelante todos a una, o no salimos de ésta.
L.C.- ¿Cuando hablamos de inmigrantes en el linde de la pobreza...?
C.M.- Nos referimos a dos colectivos muy concretos: el de los sudamericanos y el de los africanos. Ambos lo están pasando mal y, paradójicamente, se dan casos de gente muy preparada, con título universitario bajo el brazo, que hallan infinidad de pegas administrativas para convalidarlo. Ahora mismo recuerdo a un senegalés que, en su país, era director de un centro escolar. En cambio, aquí, instala antenas de televisor. Su esposa es psicóloga, de Colombia... Y trabaja como dependienta. Pero, bueno, éstos tienen trabajo. ¡Son unos privilegiados...!
L.C.- Seguro.
C.M.- En un programa de IB3 entrevistaban a un matrimonio octogenario. Y explicaban que, una vez deducidos los gastos fijos, les quedaban doscientos euros para pasar el mes.
L.C.- ¿Esto es pobreza...?
C.M.- ¡Ya me dirá...! El dinero no se multiplica como los panes y los peces. Y conste que la Llei de Serveis Socials, aprobada en 2009 y ahora derogada por cuestiones administrativas, especificaba que la Comunitat garantizaba las necesidades básicas de todos los ciudadanos de las Illes Balears. O sea, la vivienda, la ropa y la comida.
L.C.- El colectivo inmigrante ha disminuido...
C.M.- No de forma espectacular, pero sí significativa. No encuentran trabajo y se van. ¡Para que luego se diga que vienen aquí para vivir del cuento...! El inmigrante busca pan para sus padres y un futuro más digno para sus hijos.
L.C.- ¿Las competencias en política social corresponden a los gobiernos autonómicos?
C.M.- Así es. Cada comunidad acuerda las cantidades a invertir. Y en Balears hemos invertido mínimos.
L.C.- Llama la atención, en el informe de ustedes, el alto porcentaje de gente que está en riesgo de pobreza en Andalucía y en Extremadura.
C.M.- Sí. En Andalucía alcanza el 35,9% y, en Extremadura, el 41,5.

L.C.- Ambas comunidades han sido históricamente feudos socialistas y debemos considerarlas las más beneficiadas con los fondos de solidaridad.
C.M.- ¿Qué puedo decirle...? Las cifras no mienten. La destrucción de empleo en ambas comunidades habrá sido brutal; pero, desde luego, es evidente que el dinero recibido por los gobiernos respectivos no se ha invertido en crear una industria diferencial y competitiva.
L.C.- ¿Se podía prever la actual crisis?

Hubo personalidades y asociaciones que venían avisando de la que se nos venía encima y no se les escuchó. De todas formas, lo hecho, hecho está. Miremos hacia delante

C.M.- Seguro. Aunque nadie esperaba que fuera tan profunda. Pero ¿preverla...? Claro que sí. Repasemos las hemerotecas: hubo personalidades y asociaciones que venían avisando de la que se nos venía encima y no se les escuchó. De todas formas, lo hecho, hecho está. Miremos hacia delante.
L.C.- ¿Siguiendo las recomendaciones de Alemania?
C.M.- No hay otro remedio. Aunque reduciendo gastos con tiento, porque si se recorta la inversión en política social el crack será mayúsculo. La crisis exige debate y consenso. Quiero decir que la sociedad ha de retomar el protagonismo que le corresponde y decidir, por ella misma, qué modelo económico y de convivencia quiere para el país.
L.C.- Ni lo sueñe.
C.M.- ¿El qué...?
L.C.- Que al hombre de la calle se le permita asumir un papel tan relevante.
C.M.- Prefiero ser optimista y creer que sí. De hecho, en 2009, los veintisiete estados de la Unión Europea aprobaron un plan estratégico llamado Europa 2020, destinado a rebajar en diez años el número de pobres del continente. El objetivo se cifra en pasar de los ochenta millones de pobres actuales, a los sesenta.
L.C.- ¿Y el gobierno español firmó el acuerdo...?
C.M.- Se comprometió a rebajar en un millón y medio los once millones que ahora mismo tiene.
L.C.- ¿Y va a lograrlo...?
C.M.- Quién sabe. Somos escépticos porque hemos perdido la confianza en la clase política. Pero ¿algo habrá que hacer, no...? La política es necesaria y los políticos están ahí para lo que están.
L.C.- Debo preguntarle a dónde quiere ir a parar...
C.M.- Pues a que la gente tiene la obligación de reflexionar sobre el valor del voto. No se debe tirar una papeleta cada cuatro años, sino que hemos de saber a quién votamos y para qué lo votamos. Y exigirle, a quien hemos votado, el cumplimiento de las promesas electorales. En las dos últimas décadas hemos sido una sociedad conformista, nada reivindicativa. Y esta actitud, un tanto pasota, está cambiando. Se nota en la actividad de los movimientos sociales.
L.C.- ¿Los Indignados...?
C.M.- Es algo a tener muy en cuenta, aunque no comparto sus planteamientos al 100%. ¿Hay que ir contra los bancos y los partidos políticos...? Blandiendo el hacha, no. ¿Que tienen una gran responsabilidad en la génesis de la crisis...? Por supuesto. Pero no es exclusivamente suya. La sociedad ha de despertar. Y en este sentido, el 15-M ha supuesto un toque de atención.
L.C.- Le hablo de Balears. ¿El 25,8% de pobreza aumentará?
C.M.- Si no se dan los pasos necesarios para crear ocupación, sí.
L.C.- No se darán.
C.M.- Es usted muy escéptico.
L.C.- ¿Y me equivoco siéndolo?
C.M.- No lo sé. Pero la gente ya no está dispuesta a callar como ha venido callando. No estaba informada, eso es todo. ¿Quién podía imaginarse que en nuestra comunidad había tantos pobres...?
L.C.- Nadie.
C.M.- Pues los hay. Y en 2007, concretamente, Palma era una de las diez ciudades españolas con una tasa más elevada de pobreza infantil. Parece increíble. ¡Palma...! La Palma de los puertos deportivos, la Palma turística...
L.C.- Dígame ¿Y por qué en 2007 no asaltamos la Bastilla...?
C.M.- Por desconocimiento de la realidad, ya se lo he dicho. Pero no queremos vivir eternamente en un agujero negro. Esta tierra ha creado, y continuará creando, mucha riqueza. ¿No es cierto...?
L.C.-...
C.M.- Pues si es así, controlemos, entre todos, la distribución del dinero público. Es mi manera de decir que debemos espabilarnos para que el futuro no se nos vaya de las manos.

 

EAPN-Illes Balears es una organización asociada a la red europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social, y engloba, en las Illes, más de treinta entidades sin ánimo de lucro, Cáritas y Cruz Roja entre ellas. El informe correspondiente a 2010 sobre las tasas de población en riesgo de pobreza en España es demoledor. La media estatal está en un 25,5%, superada ligeramente por Balears con un 25,8%. Pero lo que llama más la atención de este baile porcentual, es que la España autonómica no ha conseguido superar la división histórica de la España rica y de la España pobre. Las comunidades del norte peninsular están por debajo de la media, con una Navarra situada en un 9,7% y un País Vasco en el 15,6%. En cambio las comunidades del sur continúan con unos desajustes sociales acusadísimos. Andalucía, por ejemplo, supera con creces la media con un 35,9%. Y el farolillo rojo es para Extremadura con un 41,5%, siendo como es, curiosamente, la comunidad con más funcionarios y con un mayor parque automovilístico oficial. Las llamadas comunidades ricas, especialmente Catalunya y Balears, han aportado muchísimo dinero a los fondos de solidaridad por lo que tenemos derecho a preguntarnos cómo se ha gestionado la inversión pública. En cualquier caso, la alarma roja se ha encendido en el conjunto del Estado. Dos de cada diez personas viven, actualmente, con menos de 21,76 euros diarios. Y el 21,8% de la población global tiene unos ingresos que les sitúan por debajo del umbral de la pobreza.