Joan Vicenç Lillo | M. À. Cañellas

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Conoce todos los caminos de la Serra de Tramuntana, todos sus rincones y refugios naturales. Afirma que le gustaría perderse entre montañas pero que, pese a su empeño, no lo consigue. Joan Vicenç Lillo (Alaró, 1959) es guarda forestal. Y forma parte de Com U, la plataforma en defensa del territorio formada recientemente por ecologistas de Santa Maria, Bunyola y Alaró.

Me intereso por los objetivos más inmediatos de Com U. Me responde:
Joan Lillo.- El primero se centra en la recuperación de la titularidad pública de los caminos. Unos han sido literalmente sustraídos por los propietarios de las possessions cerrando el paso a los transeúntes. Otros, como el del Cabàs, fueron destruidos por el arado.
Llorenç Capellà.- ¿Está acusando a los propietarios?
J.L.- No es mi intención. Y no lo es, porque también los hay que no sólo los conservan, sino que respetan su uso público. El inicio del problema se genera con la deserción de los trabajadores del bosque...
L.C.- ¿Se refiere a los leñadores?
J.L.- A los leñadores, a los carboneros, a los pastores... En otro tiempo, los señores de possessió querían que los caminos atravesasen sus tierras o, incluso, que pasaran por delante de la casa. El problema, le insisto, nace cuando estos caminos dejan de tener un uso práctico y se convierten en paso de excursionistas.
L.C.- Si el camino no se usa ¿no es lógico que el propietario de las tierras lo cierre?
J.L.- Si le perteneciera, sí. Pero no le pertenece. Las tierras son suyas. El uso del camino, es de todos. En Menorca, que se tiene un sentido de la civilidad muy acusado, vi un cartel, en la entrada de un lloc, que decía textualmente: Propietat privada. Poden pasar.
L.C.- ¿Qué pasa con el excursionista? ¿Es un depredador?
J.L.- En absoluto. Pero no se separa de su Leica. Y puede fotografiar els sestadors convertidos en chalet o cualquiera de las múltiples irregularidades urbanísticas que se cometen. Por eso los hay que cierran los caminos con barreras electrónicas. Y le insisto, son caminos comunales. Un familiar mío, en Joan Campaneter, iba a pie de Campanet a Solleric, en Alaró, a través de los caminos.
L.C.- ¿Quién denuncia las irregularidades?
J.L.- Los vecinos. Fue uno de Bunyola que recogía sajolida quien denunció que habían arado el camino del Cabàs. ¡Pero las instituciones públicas se desentienden! Paradójicamente, los de Alaró comenzaron a perderse cuando el alcalde era Paco Rosselló, un socialista. Autorizó casas y urbanizaciones en la montaña. Y se cerraron o destruyeron los caminos.
L.C.- ¿Qué tiempo lleva, usted, de guarda forestal?
J.L.- Veintitrés años. Pero mi relación con la Serra es cosa de siempre. Joan Campaneter me llevaba con él a la caza del tordo. ¡Y yo era un niño! Luego trabajé de leñador. Y también estuve en Galicia, estudiando. Gané las oposiciones en el ochenta y seis.
L.C.- Son las cinco de la tarde. ¿Qué ha hecho hoy?
J.L.- He estado inspeccionando zonas en las que sospechaba que los cazadores podrían haber dejado veneno para acabar con la fauna carnívora. Con el voltor negre. O con las martas, las ginetas, las comadrejas... Estas tres especies, concretamente, no son propias de Mallorca, pero ya se han adaptado al medio. Como los coatís y los mapaches. En la Albufera se han localizado tortugas de Florida. Y en Capdepera, abunda la culebra andaluza. Ha llegado con los olivos que se importan para los jardines particulares.
L.C.- ¿Se ha evaluado su impacto ambiental?
J.L.- No. Pero será importante. Aunque más nocivas son las construcciones que se levantan a cien metros de los nidos de milano.
L.C.- ¿Es usted cazador?
J.L.- Cada vez cazo menos con escopeta, porque me he aficionado a la caza del tordo con filats. Y me considero un buen buscador de setas. El esclata-sang es muy bueno, pero las hay mejores. El apagallums es grande, redondo. Y a la plancha recuerda el solomillo. En Galicia lo consideran un manjar de rico. En cambio, aquí, lo despreciamos. Los buscadores lo arrancan a patadas.
L.C.- ¿Conoce las hierbas curativas?

La sajolida es un desinfectante extraordinario, sobre todo para las heridas bucales. En cualquier caso, más vale prevenir que curar. Yo cuido mis comidas. Y para beber, el agua de la Serra es buenísima

J.L.- Mi madre, de pequeño, me confiaba al cuidado de la madona de Son Guitard, que era curandera. Y algo aprendí de ella. La sajolida es un desinfectante extraordinario, sobre todo para las heridas bucales. En cualquier caso, más vale prevenir que curar. Yo cuido mis comidas. Y para beber, el agua de la Serra es buenísima.
L.C.- Dígame fuentes que enamoran.
J.L.- La de Son Artigues o las de Solleric, todas en Alaró. Pese a la degradación que sufren, son auténticas joyas. La Font del Prat, en els Tossals Verds, en Escorca, también es una maravilla. El agua circulaba en superficie, a través de tejas.
L.C.- Els Tossals Verds es propiedad del Consell de Mallorca.

J.L.- Pero no le presta el cuidado debido. ¡Si había un proyecto de recuperación bellísimo...! Pero se aprobó en el año noventa yaún no se ha puesto en marcha. ¡Luego hoteleros y políticos nos hablan de la necesidad de proteger el turismo...!
L.C.- ¿Qué quiere decir?
J.L.- Que en Els Tossals, de cada cien visitantes, noventa son turistas. También debería recuperar, el Consell, el olivar de "la coma". Por respeto a nuestros antepasados, que los sembraron, y para proteger la biodiversidad. Pero también por prevención. Un terreno de olivos hace de cortafuegos en caso de incendio. En cambio si la masa forestal es compacta, como lo es ahora, el fuego se esparce rápidamente.
L.C.- ¿Qué pasa con las cabras salvajes?
J.L.- Que sobran muchísimas. En las antiguas escrituras de arrendamiento se especificaba el número de cabras que se podían tener y en qué espacios de la finca podían moverse. Y últimamente este punto se descuidó. ¿Consecuencias...? Las cabras amenazan con acabar con el olmo, el álamo o el fresno... Y en Solleric, de esto ya hace años, ¡soltaron trescientas traídas de la Península para que limpiaran el monte bajo! En cualquier caso, el problema se genera cuando la Serra pierde su funcionalidad laboral. En mi niñez, en Solleric estaba Antonio, un cabrero extremeño. Pero Antonio murió y las cabras camparon a sus anchas.
L.C.- Entiendo.
J.L.- Hará unos años, me telefoneó el propietario de una possessió. Lloraba de impotencia. Había sembrado ciento setenta almendros y las cabras se los destrozaron. Y no sólo destrozan los almendros, sino también las higueras, los acebuches...En el Castell de Alaró crecía la orenga, el marfull, el ginebró... Y ya no hay. De hecho está desapareciendo el sotobosque y ello implica la subida de la temperatura de los encinares con la consecuente pérdida de la humedad.
L.C.- ¿Y...?
J.L.- Que el banyarriquer es feliz. No tiene barreras que le impidan avanzar. El bosque es suyo.
L.C.- Y mata los árboles.
J.L.- Les horada el tronco y puede acabar matándolos. Todos estos problemas son consecuencia de lo mal que se ha gestionado el bosque, tanto por parte de los propietarios como de la Administración. Desde Com U vamos a incidir en todo ello.
L.C.- ¿No se basta el GOB?
J.L.- Al GOB se le está multiplicando el trabajo. Si tiene que atender a la ley de costas, al plan hidrológico...
L.C.- ¿Cuál es el vuelo más elegante?
J.L.- Tal vez el del milano, no sé... Esta mañana he visto cómo un cuervo se posaba en una rama de higuera. Y lo ha hecho con una suavidad y elegancia inimitables. Lo cierto es que gozo trabajando. Regreso a casa con los ojos llenos de luz.
L.C.- ¿Les cuenta historias de la montaña a sus hijos?
J.L.- A los dos mayores ya no, porque uno tiene veinte años y, el otro, quince. Pero al pequeño, de diez meses, así que me preste atención se las cuento todas.
L.C.- Cuénteme una.
J.L.- De acuerdo. Pero será real. Hace muchos años, conocí a un anciano en s'Hort Nou, en Escorca. Le faltaba medio dedo. Le había picado un bec d'alena.
L.C.- ¿El qué...?
J.L.- Un bec d'alena: un pájaro de plumaje blanco y de pico largo, que tiene la punta curvada hacia arriba. Pues bien, durante un tiempo la picadura le dolió muchísimo y, poco a poco, el dedo fue secándose. Hasta que se le cayó, podrido. Ya le digo, es cierto...
L.C.- Pues ahora cuénteme una leyenda.
J.L.- Se dice que las brujas tienden una cuerda entre el Puig d'Alaró y el de s'Alcadena y la recorren, de noche, danzando.
L.C.- ¿Las ha visto?
J.L.- Ni las he visto ni las he oído. Las leyendas de la montaña suelen ser trágicas. Prefiero centrarme en la realidad.
L.C.- ¿De la montaña...?
J.L.- Sí.
L.C.- También es trágica.
J.L.- Al menos puede acabar siéndolo. La Serra es un paraíso con el que sueñan inversionistas y especuladores. Y desgraciadamente las instituciones se empecinan en que sus sueños se hagan realidad.
L.C.-...
J.L.- Es un presentimiento: a poco que bajemos la guardia somos nosotros, los mallorquines, los que vamos a quedar fuera del paraíso.

 

Al decir de Joan Vicenç Lillo, en tiempos pasados la mayor parte de la Serra fue comunal o de la Iglesia. Luego las desamortizaciones o las necesidades de la Corona obligaron a ponerla en venta o a talar los bosques de encinas para hacer carbón y comercializarlo. Fue, por tanto, un robo perpetrado pasito a paso. Com U, al reivindicar la abertura o reconstrucción de los caminos milenarios, también habla de expolio. Y denuncia el cierre, entre otros muchos, de los caminos des Cabàs, de Comassema, de s'Estret, de Coanegra, des Clot des Guix, de Son Ferrer y de s'Oli Clar. El camí des Cabàs, en Santa Maria, ha sido arado, pese a que ello conllevaba la destrucción del empedrado. Y el camí de Comassema, de Bunyola, ahora cerrado por la propiedad, está incluido en el catálogo de caminos públicos del Consell de Mallorca. Además, hay constancia notarial de que al ser un camino de peregrinaje hacia Lluc, los frailes se hacían cargo de los gastos de mantenimiento. En cualquier caso, Com U no reivindica únicamente el libre paso por las montañas, sino que denuncia las agresiones a las fuentes, al patrimonio histórico y arqueológico, y al ecosistema. La puesta en marcha de Com U corresponde a vecinos de Santa Maria, Alaró y Bunyola. Pero consideran que sus desvelos por la Serra deben hacerse extensivos a toda la isla por lo que invitan a los ecologistas de los demás pueblos a integrarse en la plataforma. Quieren hacerse escuchar. ¿Están dispuestos a ir a la guerra? Probablemente. Sin piedras, pero sí con tambores.