Jaume Mateu, escritor y presidente de la Obra Cultural Balear desde 2005. | Teresa Ayuga

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Analiza el presente de la lengua catalana, como instrumento de cohesión social, con un deje de amargura y voluntad de denuncia. Pero en su lenguaje no acepta que se cuele la palabra desesperanza. Jaume Mateu (Bunyola, 1957) es escritor y preside, desde el año 2005, la Obra Cultural Balear. Acaba de presentar públicamente la campaña "La llengua és la clau".

La Obra Cultural Balear lanza la campaña "La llengua és la clau" en el último tramo de la legislatura. La propuesta contiene una serie de recomendaciones (con una evidente exigencia moral) para que se reactive el proceso de normalización lingüística, porque en tres décadas de democracia se ha avanzado apenas nada. Y en este tiempo ha habido, en las Illes Balears, dos gobiernos de izquierdas o de centro-izquierda. El mayor varapalo que podían darles a las instituciones de centro-izquierda acaba de propinárselo la OCB. Una campaña, ("La llengua és la clau"), que en los comienzos de legislatura se hubiera interpretado como un signo de confianza de la sociedad cultural hacia los nuevos responsables de la cosa pública, ahora, a diez meses de las elecciones, tiene todos los visos de ser una exhortación a salvar lo que se pueda ante un presentido descalabro electoral. No es esta la intención de la OCB, es evidente. La OCB ha sido fiel a su papel de proponer un blindaje lingüístico ante la que se nos viene encima, si el Partido Popular y José Ramón Bauzà se hacen con el gobierno. Llamemos al pan, pan, y al vino, vino. Con el Pepé actual podemos dar un paso atrás en derechos lingüísticos (lo que equivale a decir en derechos humanos) de treinta años.

Juego con el slogan. Le pregunto si realmente "la llengua és la clau". Me responde:
Jaume Mateu.- Usted dirá. Para nosotros, sin la lengua catalana no hay país ni sociedad. El hecho de hablarla habitualmente es un signo de identidad insustituible. Por esto, aceptando que "la llengua és la clau", queremos emplazar a los gobernantes a protegerla. Es lo mínimo que hay que exigirles, teniendo en cuenta que la legislatura actual ha sido, en muchos aspectos, decepcionante.
Llorenç Capellà.- ¿Decepcionante...?
J.M.- Sí, porque los votantes progresistas y de izquierdas esperaban más, muchísimo más, del actual Govern. Sin embargo, tenemos que reconocer que se han dado situaciones que le sobrepasan. Las Illes Balears han dejado de ser una sociedad estática para convertirse en otra hiperdinámica. ¡En diez años hemos superado los ciento cincuenta mil inmigrantes...!
L.C.- Y desde el punto de vista lingüístico no se ha hecho nada para asimilarlos.
J.M.- Nada o casi nada. Y esta evidencia origina una situación de desencanto y de desánimo tremendo entre la gente del país. ¿Qué vamos a hacer para defender nuestros legítimos derechos lingüísticos, los de los catalanohablantes, si las instituciones no los defienden...?
L.C.- Dígamelo.
J.M.- Sólo le diré que desde la OCB hacemos lo que sabemos. De hecho, "La clau és la llengua" insiste en la aplicación de las disposiciones que acordó, en junio del pasado año, el Consell General de la Llengua Catalana de les Illes Balears. Le insisto: se aprobaron seiscientas disposiciones con todos los votos a favor menos dos abstenciones.
L.C.- Y de estas seiscientas disposiciones ¿cuántas se han aplicado?
J.M.- Unas pocas. O tal vez ninguna. No sé. Ya casi me conformaría si se hiciera una campaña para concienciar al catalanohablante de que no se pase al castellano cuando no se dirigen a él en catalán.
L.C.- Hay inercias difíciles de cambiar. Ésta es una de ellas.
J.M.- ¿Y le digo el motivo...?
L.C.- Le escucho.
J.M.- Nos han metido en la cabeza que nuestra lengua es una lengua bárbara, inferior... Desde la OCB pensamos que pasarnos al castellano es una falta de respeto y una muestra de desconfianza hacia quien nos habla. Si le hablamos en catalán debe de tomarlo como un gesto de amistad. Tenga en cuenta que el ochenta por ciento de la población inmigrante está en disposición de entenderlo y de hablarlo.
L.C.- ¿Y si no lo hace...?
J.M.- Es porque le pueden más los motivos ideológicos. Y en este caso no le asiste ningún derecho moral para exigirnos que le hablemos en castellano. Defendamos, los catalanohablantes, nuestros derechos. Si lo hacemos así, los nuevos mallorquines, porque no quiero llamarlos inmigrantes, nos lo agradecerán.
L.C.- ¿Seguro...?
J.M.- Segurísimo. Cort dispone actualmente de tres dinamizadores lingüísticos que trabajan en sintonía con asociaciones de vecinos y de inmigrantes. Uno en Son Gotleu, otro en el Camp Rodó y otro en Santa Catalina. Pues bien, el resultado es sorprendente. Bastará con decirle que en el último Correllengua la participación popular más masiva, en Palma, se dio en Son Gotleu.
L.C.- ¿Por qué sólo hay tres...?
J.M.- ¿Dinamizadores lingüísticos...?
L.C.- Sí.
J.M.- Porque empezó siendo una iniciativa piloto. Y dado su éxito, el Partido Popular con el apoyo de UM ya la ha desactivado. Los ciento veinticuatro mil euros presupuestados para los dinamizadores, se invertirán en garantizar la gratuidad de los libros en los colegios privados.
L.C.- Póngale un adjetivo a la decisión de UM.
J.M.- Serán dos. Desconcertante y decepcionante.
L.C.- Y los que quiera a la del Partido Popular.
J.M.- No será un adjetivo, sino un comentario. El Pepé está en su línea de agresión al patrimonio cultural que caracteriza sus decisiones de los últimos años.
L.C.- ¿Sólo de los últimos años...?
J.M.- Sí. Y se lo digo sinceramente. No siempre, al menos desde la OCB, lo hemos visto como un enemigo. Tenga en cuenta que la "Llei de Normalització Lingüística" fue iniciativa de Bartomeu Rotger, un conseller conservador. Y tampoco debemos olvidar que Gabriel Cañellas, siendo President del Govern, inauguró, en el año ochenta y seis, el segundo "Congrés Internacional de la Llengua Catalana". Seamos consecuentes: con aquel Pepé se podía dialogar abiertamente.
L.C.- ¿Qué ha pasado desde entonces...?
J.M.- Que lo digan sus propios militantes. Porque actualmente el Partido Popular se presenta como un agresor de la lengua catalana. Y además, a cara descubierta. José Ramón Bauzà ni se molesta en enmascarar cuáles son sus intenciones si llega al Consolat de Mar. Consecuentemente, tanto desde la OCB como desde las demás entidades cívico-culturales, tenemos el deber de reaccionar y aceptarle el pulso. Que les quede claro a los del Pepé: ninguna propuesta ideológica puede amordazar a una sociedad libre. Pese a todo, quiero creer que entre los conservadores hay gente que merece nuestra confianza.
L.C.- Lo dudo. Mirémonos en el País Valencià.
J.M.- Han destrozado una lengua, han descohesionado una sociedad... Es cierto. Y total ¿en beneficio de quién?

Han destrozado una lengua, han descohesionado una sociedad... Es cierto. Y total ¿en beneficio de quién? ”

L.C.- De la España única.
J.M.- Posiblemente, porque el Partido Popular ha derivado hacia la CEDA... Ahora bien, ante esta gente ¿tenemos que continuar enarbolando el sentido común, la voluntad dialogante...? La convivencia se está deteriorando. No sólo en las Illes Balears, sino en Catalunya. Ahí tiene la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al Estatut: España es una y única. No nos engañemos: es una definición excluyente.
L.C.- Según Jordi Pujol, si el TC dictaminara que la inmersión lingüística obligatoria en Catalunya es inconstitucional, habría de considerarse un casus belli.
J.M.- Pues una advertencia tan rotunda no debería echarse en saco roto. Que atiendan los del Pepé, los españolistas o quien sea: los catalanohablantes no estamos dispuestos a continuar siendo ciudadanos de segunda. La actitud anticatalanista de un número importante de médicos es desesperante. Nos humillan, no quieren entendernos en nuestro idioma. Y ya me dirá: si la convivencia se deteriora a este nivel ¿cómo debemos reaccionar...? ¿Tenemos que aceptar que nos hagan desaparecer como pueblo...?
L.C.- ¿Qué respuesta se da?
J.M.- Que yo, al menos, no estoy dispuesto a ponérselo fácil. Llevo toda una vida sintiéndome despreciado por hablar una lengua tan válida como cualquier otra y que, además, es la mía y es la de mi tierra. De niño, en la escuela pública de Bunyola, el maestro me colgaba, de las orejas, pinzas de tender la ropa por hablar en catalán. Y estas humillaciones marcan. No se perdonan.
L.C.- No.
J.M.- Una conocida me contaba que en el colegio al que iba, un colegio de monjas, la tutora, si estaba de buen humor, le decía: Niña, háblanos en mallorquín y nos reiremos un rato.
L.C.- Juan Carlos de Borbón afirmó que el castellano jamás ha sido lengua de imposición.
J.M.- Que me lo digan a mí. Que se lo digan a estos ciudadanos que son tratados groseramente por su médico. A veces me pregunto por qué consentimos tantos desprecios. Y, claro, la respuesta es compleja, pero hay una cuestión determinante: somos un pueblo históricamente apaleado. Y el pasado planea sobre nuestra conciencia. No hay otra explicación. Ya le he dicho cuál es mi actitud. Personalmente no pienso tragarme ninguna ofensa.
L.C.-...
J.M.- Le soy sincero: no me han educado para empuñar un arma. Soy pacifista, pero no pacífico. Nadie va a cerrarme la boca.
L.C.- ¿Y quién aconsejará moderación al Alcalde de Calvià?
J.M.- Todos. Debiéramos ser los ciudadanos en general. De una manera educada hay que hacerle saber que ya estamos hartos de sus insensateces y de sus tics autoritarios. Pero quienes tienen que apartarlo del poder son aquellos pesos pesados del Partido Popular que han presumido de mallorquinismo. Me refiero a los Pere Rotger, Jaume Font, Antoni Pastor... El Pepé se ha de moderar desde dentro.
L.C.- ¿Ha cambiado impresiones con José Ramón Bauzà?
J.M.- No. Él no ha demostrado ningún interés en reunirse con la OCB. Y nosotros ¿para qué vamos a pedirle audiencia si sabemos cómo piensa? Este señor representa todo aquello de lo que abominamos.
L.C.- Hábleme con franqueza: ¿será Bauzà el próximo President de las Illes Balears?
J.M.- Tiene posibilidades. Pero aún faltan muchos meses para las elecciones y, en estos meses, pueden darse alternancias en la intención de voto. Lo importante es que los partidos del Govern tomen conciencia de que en la actual legislatura se han dado motivos de desafección al electorado. Claro que han pagado los platos rotos de la legislatura anterior, la de Matas, que fue nefasta. Luego ha habido la crisis...
L.C.- ¿Y...?
J.M.- Nada. Aún están a tiempo de pasar página con buena nota. En época de penuria social, cualquier gobierno progresista aumenta sus inversiones en cultura y formación. La crisis ha abierto un nuevo escenario para la gestión política y, por responsabilidad, no pueden mirar hacia otro lado.
L.C.- Y algunos sí miran.
J.M.- Ya lo sé. El recorte presupuestario ha dejado en nada los derechos sociales.
L.C.- Entonces ¿estamos en un país de irresponsables?
J.M.- Efectivamente. Y tal vez, dado mi cargo, no debería hablarle con tanta franqueza... Pero, en fin, personalmente me siento muy decepcionado. Considero que se detecta una insensibilidad social y una irresponsabilidad global muy acusadas. La sociedad quiere crecer y ha de crecer. En cambio, los políticos...
L.C.- ¿Qué...?
J.M.- No sé si frenan este crecimiento, pero lo cierto es que la sociedad va a un ritmo y ellos a otro. Y esto crea desafección. Desde las instituciones no se abordan los problemas reales. Pensemos en el mayo francés. ¡Imaginación al poder! Y esta gente que nos gobierna la desconoce. Para que me entienda: la política es un gran laboratorio social y, en estos momentos, es más bien un museo social.
L.C.- Centrémonos en la problemática lingüística. "La llengua és la clau" ¿es un toque de alerta a estas instituciones un tanto adormiladas?
J.M.- Sí. ¿Por qué no...? La lengua catalana no puede continuar postergada por los siglos de los siglos. Será por la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al Estatut, pero ahora nos damos cuenta de que hemos perdido treinta años, los que comienzan a partir de la Transición. Yo quiero pertenecer a un Estado que me respete. Y el actual no me respeta.
L.C.- Entonces ¿Adéu Espanya?
J.M.- Es una opción que está ganando muchos adeptos. Yo me apunto.
L.C.- ¿Desde Mallorca o desde Catalunya?
J.M.- Soy mallorquín. Por consiguiente mi nación natural es Catalunya. Lo que pasa es que si Catalunya tensa la cuerda para conseguir su independencia, las Illes Balears y el País Valencià nos quedamos un tanto descolocados. Todos nuestros males parten de aquel artículo de la Constitución que prohíbe la unión entre autonomías. Pero ahora...
L.C.- ¿Qué...?
J.M.- Debemos centrarnos en las urgencias. Y la primera urgencia es la lengua. La OCB hace una llamada a la responsabilidad política para que se consiga acabar la legislatura con decoro. Ya sé, no lo niego... En cuestiones lingüísticas se han hecho cosas importantes. Pero no bastan, no bastan...