Horacio Sapere | Jaume Morey

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Habla quedo, en un rezo de vieja. Y filosofa. Crea pensamientos a partir de cada palabra que pronuncia. Sus reflexiones sobre el universo luliano se han concretado en diversas muestras como «Poet's Room» y «Piano=montagne». Horacio Sapere (Buenos Aires, 1951) es pintor desde que decidió que lo suyo era la poesía. Actualmente expone «Taules de Curació», en Galería Altair. Leer a Llull es necesario. Interpretar a Llull es perderse. Sapere se perdió quién sabe por qué intrincados caminos del pensamiento, pero halló un punto de encuentro entre su propia genialidad (y me refiero a las palabras de Pere Joan Martorell, director general de Cultura) y un personaje excepcional como es Llull. Y la cosa ha funcionado. Llull, en su sistema combinatorio, usa un número determinado de principios que darán respuesta a todo tipo de cuestiones. Y Sapere convierte el sistema luliano en infinidad de combinaciones de imágenes simbólicas para expresar un mundo, caótico en su gestación, pero de final harmónico y racional. Pilar Baos, comisaria de "Poet's Room", aventura que el proyecto de Sapere nos lleva a hablar de la utopía como concepto ideológico. Y afirma que "su inteligencia y audacia conceptuales le llevan a crear un nuevo lenguaje especulativo basado en la filosofía luliana y que traslada a la creación contemporánea". Sapere ha creado en sus duermevelas, Baos ha razonado sus proyectos, y un reputado lulista como Jordi Gayà ha dado credibilidad al encaje de "Poet's Room" con el pensamiento de Llull. Concluye Baos: "El interés de Sapere hacia Llull emana del carácter contradictorio que define al filósofo y autor místico y racionalista al mismo tiempo". Puede ser. En qualquier caso Llull aparece como pretexto. La capacidad creativa de Sapere le permite una interpretación libre y atrevida, absolutamente desacomplejada del universo luliano. Si pienso en él y cierro los ojos lo veo vestido con sotana roja de cardenal. Se lo comento. Y me responde:
Horacio Sapere.- No esperaba llegar tan lejos en el Vaticano. Porque algo de cura debo tener que todos se me acercan para contarme sus historias. Claro que yo también les enrosco las mías.
Llorenç Capellà.- ¿Las que se inventa?
H.S.- Las que son vivas y las siento como un pálpito cercano. Mis últimas exposiciones o montajes son una búsqueda constante en la interiorización de un mismo pensamiento. Todo tiene que ver con mi querido Galatzó. Me dormía allí, bajo las estrellas.
L.C.- En el Galatzó hay brujas.
H.S.- Por esto iba. Me moría de miedo. Qué soledad...
L.C.- ¿No le atrae, la soledad?
H.S.- Según. Hay dos tipos de soledad, la deseada y la otra. La que me envuelve en mi estudio es la deseada. La otra, la que nos viene impuesta por las circunstancias, es negativa, acojonante. Quien vive en soledad recorre un camino delicado.Y yo sé de esto. Como otros muchos artistas que nos mecemos en ella o sufrimos con ella. Antes se nos llamaba genios, ahora, bipolares.
L.C.- ¿Necesita extraerse del entorno para trabajar?
H.S.- Es una condición básica. Disfruto con la vida mundana, siempre ruego que me hagan un hueco en las mesas de los restaurantes en las que descubro a un grupo de amigos que están de tertulia. Pero entre amigos, hablando, no genero ideas creativas. Éstas, luego. En la duermevela.
L.C.- ¿De qué me habla...?
H.S.- De madrugada tengo el sueño ligero. Y es cuando se me agolpan las ideas en la cabeza. Con ello no quiero decir que me levante y me ponga a trabajar. Pero no paro de darle vueltas a aquella idea ¿me comprende...? Aunque igual tarda un año en plasmarse en algo concreto.
L.C.- Entonces usted es un rumiante.
H.S.- ¡No! Más bien noto que en mi interior hay un pozo y, de tarde en tarde, extraigo agua. O ideas. No las regurgito, como las vacas, sino que las registro en la memoria. Toda idea tiene sus orígenes en una anterior.
L.C.- En su caso ¿la pintura es un estado de conciencia?
H.S.- Probablemente, porque el arte surge de la búsqueda constante. Y del rito del conocimiento. ¿Me explico...?
L.C.- Procuro seguirle...
H.S.- El artista no fabrica, crea. Y no de una manera predeterminada, sino que crea viviendo.
L.C.- Este buceo constante en sí mismo ¿contempla la evasión?
H.S.- No, porque la evasión, al menos para mí, es un acto absolutamente lúdico. Cuando trabajo no me evado. Me concentro, me obligo... En mi taller no me tranquilizo, sino que estoy en tensión permanente. Porque, créame, la creatividad implica tensión.
L.C.- Le creo.
H.S.- Y no presumo de artista, que esto ya sería la hostia... Además, si soy artista, soy un artista especial. No tengo necesidad de ir al corral cada día para manosear los pinceles o los lápices. Cuando enfermo de la cabeza inmediatamente dejo de crear.
L.C.- Déjese de coplas y tome una aspirina.
H.S.- Ya me entiende. Hay días en que los pensamientos me reclaman todo el tiempo. Y al revés. Días de abulia, de cierta tristeza...
L.C.- Siempre hay una parte de usted que permanece en penumbra.
H.S.- Es cierto. Y es porque vivo bordeando abismos. Lo sé, lo sé... Tengo la sensación de caminar sobre el borde de una pared. En un lado está la cotidianeidad, en el otro algo oscuro. Soy como los gatos. En Buenos Aires me llamaban el gato, por algo sería...
L.C.- Mira como ellos.
H.S.- Vivo en perenne inquietud. Y sé hacerlo, no quiero ablandarme. Recorro todos los caminos que conducen a la belleza y, cuando la encuentro, no la rehúyo. Porque la belleza no tiene por qué ser necesariamente agradable o amable. ¿Entiende...?
L.C.- Digamos que usted antepone la sinceridad a cualquier otro objetivo.
H.S.- Siempre. Seré siempre sincero conmigo, lo que no quiere decir que tenga que serlo con todo el mundo. ¡Es muy jodido ser sincero con los demás...!
L.C.- Seguro que sí.
H.S.- Pero conmigo lo soy. La belleza es solamente un concepto. Incluso la destrucción es belleza.
L.C.- Dígaselo a Nerón. O a Dalí.
H.S.- El punto poético se halla en el tránsito de la vida misma. En lo cotidiano. ¿Qué es un artista...? Se lo digo: un filtro.
L.C.- ¿Un filtro...?
H.S.- Esto es, un filtro. Y a este filtro ¿qué tipo de moral le interesa...? Yo, cuando estoy creando, no me rijo por ninguna. Pero, claro, no voy por la calle matando gente.
L.C.- Lo supongo.
H.S.- Sí busco la complicidad de la gente, la necesito. La amistad se percibe. Me cruzo con una persona que veo muy de tarde en tarde, pero igual pervive en nosotros un halo de cariño, de comprensión... ¿Sabe...? Me digo que no puedo crearme expectativas favorables respecto a nadie. De manera que no confío en todo el mundo, pero sin confianza no podría vivir. ¡Es una putada...!
L.C.- Centrándonos en su biografía artística. Usted no llega a la pintura inmediatamente. En Buenos Aires hizo teatro, fue editor...

Fui un multimedia. Me atraía el arte, en su más amplia acepción, y mis padres hicieron cuanto estuvo en su mano para que mis sueños cristalizaran”

H.S.- Fui un multimedia. Me atraía el arte, en su más amplia acepción, y mis padres hicieron cuanto estuvo en su mano para que mis sueños cristalizaran. Trabajé en Súper 8, en teatro, en colectivos poéticos... ¿Con qué objetivo?
L.C.- Dígamelo.
H.S.- Producir arte y punto. Arte en mayúscula. ARTE en mayúsculas.
L.C.- Su relación con la poesía...
H.S.- Es íntima, porque no confundo la poesía con un poema o con un libro. Entiendo la poesía como un objeto cotidiano. Y para acceder a este espíritu poético no tengo necesidad de abrir barreras, porque va conmigo. La poesía es parte de mi color interior.
L.C.- ¿Divaga...?
H.S.- Casi nunca. Soy muy práctico, aunque pueda dar a entender todo lo contrario. Lo digo por los resultados. Siempre mis divagaciones se concretan en un resultado. Conecté con Ramon Llull a través de un sistema complicadísimo, lo reconozco. Pero mi búsqueda por el pensamiento luliano ha dado sus frutos. Partía de cuatro cuestiones básicas del lulismo: la razón, la mística, la acción y el universo. Así que di con cuatro palabras clave: substance, poesie, utopie y universum y las vinculé a cuatro voces poéticas que me impactan: Antonin Artaud, Federico Gorbea, Andreu Vidal y Ada Salas.
L.C.- ¿Y...?
H.S.- Estaba en Quebec. Y en la duermevela surgieron las cuatro palabras que le he citado. Las pronuncié en francés: substance, poesie, utopie y universum. Enseguida percibí que estaba pintando mentalmente un método que me facilitaría la búsqueda de nuevas interpretaciones filosóficas. Y no me equivoqué. A las veinticuatro horas sabía que tenía la silla de Llull en la cabeza. ¿Qué le parece...?
L.C.- Sorprendente.
H.S.- Cuando descubro a Llull es cuando estudio la formulación de Torres García en torno al constructivismo. Y me asombro con las coincidencias argumentales que hallo entre ambos.
L.C.- Ya.
H.S.- En Quebec planteé en público mi teoría valiéndome únicamente de una pizarra y de una tiza. Escribí las cuatro palabras: substance, poesie, utopie y universum, y me largué. No volví hasta dos días después, pero ya había veinte personas preguntándose por qué el artista había formulado estas palabras.
L.C.- Y el artista ¿qué decía?
H.S.- Nada. Se me había activado todo lo que había aprendido en teatro: la formulación beckettiana, el sentido repetitivo del pensamiento...
L.C.- ¿Quién borró la pizarra?
H.S.- Yo. ¿Quién si no...? Era yo el maestro de ceremonias.
L.C.- Se ha referido a cuatro poetas...
H.S.- Que me entusiasman. Pero hay muchos más. A los poetas debo soñarlos... ¿Me entiende?
L.C.- No.
H.S.- Joan Miró decía que a veces trabajaba a partir de un autor determinado, porque tenía un libro suyo sobre una mesa y el libro emanaba algo creativo y bello. Y a mí me pasa algo parecido. Leo un poema y estoy mucho tiempo dándole vueltas. Y aprendo. Y estoy creando. Y esto es positivo. Para que me entienda, mi "Poet's Room" es catártico. Conserva la sorpresa por el ritual. Y el ritual tiene el don de la palabra.
L.C.-...
H.S.- Desgraciadamente no domino todo el sentido de las palabras. Le hago saber que soy un enamorado de los idiomas, porque la misma cosa, en idiomas diferentes, adquiere un sentido profundo, único. La palabra es creación.
L.C.- Sí.
H.S.- Y es parte indisoluble de mi creatividad. Me despierto de madrugada y estoy creando, creando... En la duermevela respiro pesadamente y tengo sudores.
L.C.- ¿Qué más?
H.S.- Abro los ojos y me quedo medio frito. Me paso las noches hablando conmigo mismo.
L.C.- Dígame por qué hay un rasgo de cautela en su mirada.
H.S.- No lo sé. Tal vez porque vengo de lejos. Salí muy joven de casa y he estado mucho tiempo solo.
L.C.- ¿Y la cautela...?
H.S.- Es algo innato en quien sobrevive a los malos tragos. Llegué a Mallorca muy joven, con veintitrés años. ¡Y procedo de un mundo tan lejano...! A veces se me agolpan en la memoria todas las gentes que han pasado por mi vida.
L.C.- ¿Le angustian?
H.S.- A veces, sí. Pero están en silencio.
L.C.- Viajará a Argentina con asiduidad.
H.S.- Sí, aunque allí me siento un tanto extraño. Continúo amando las calles carnalmente pero me pregunto por todo lo que me he perdido. Buenos Aires siempre ha sido un tremendo generador de energías. Y lo sigue siendo. Pese a los traumas. Porque a causa de la Dictadura, el trauma de la represión ha quedado grabado en el corazón de las gentes. Lo leo en sus miradas. Las miro y me asomo a un pozo de dolor y de muerte.
L.C.- Pero usted hace suyo su mundo.
H.S.- Claro que sí. ¿Y sabe por qué...? Porque la persona siempre acaba regresando a su tierra. Aunque sea de paso. Mi generación topó con los militares cuando era veinteañera y malogró su potencial creativo. Todo se perdió. Ahora los teatros vuelven a llenarse, la gente se reúne, otra vez, en los restoranes... Pero hay un tenue velo de tragedia. Yo lo percibo.
L.C.- Usted reside en les Salines.
H.S.- Y allí está mi paz, porque me siento muy cerca de la naturaleza. Las estrellas de la playa del Carbó brillan más que las otras. Y hablo con la Vía Láctea.
L.C.- ¿Y con Pilar, su esposa...?
H.S.- Pilar lo es todo para mí. Y la conocí casualmente. Fue en el ochenta y dos, en la Galería Pelaires. Se interesó por uno de mis cuadros, "L'habitant solar de ses Salines". Me enamora el sol. Y me da dinamismo. Cuando mis hijos, en setiembre, se incorporaban al colegio, se me saltaban las lágrimas.
L.C.- ¿Por qué?
H.S.- Porque se acababa el verano. O sea la vida total. El verano es el vino a la fresca, el andar por la casa en pelotas...
L.C.- ¿Qué más?
H.S.- La energía. En verano trabajo. Lo que sueño en invierno, lo realizo en verano.