Carles Manera, conseller d'Economia del Govern balear. | Pere Bota

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Carles Manera duerme poco. Y en las horas de descanso, lee y escribe. Fruto de sus reflexiones es L'eixam i les abelles, subtitulado Per un nou model de creixement a les Illes Balears (Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2009). Manera no sueña la economía, la razona. Se le ha acusado frecuentemente de propagar un mensaje pesimista, sin reparar que renuncia a vendernos humo. Precisamente la lectura última, más allá de los hechos coyunturales que analiza, suele ser positiva. Bucea en la Mallorca más dinámica y creativa para decirnos con conocimiento de causa que ésta no es ni ha sido una sociedad con los motores parados. Y apuesta por un reajuste en la producción industrial, aún a sabiendas de que no será fácil ni indoloro. L'eixam i les abelles contiene un sinfín de argumentaciones para construir el futuro. Pero en el epílogo no niega que la situación económico-financiera de las Illes Balears es muy delicada. No se esconde, lo cual es decente. Habla del ParcBit como del símbolo de un cambio empresarial en el que se ha volcado el Govern. Y apuesta por una política de consenso (no de subvenciones) entre los sectores económicos y la Administración para superar una crisis que ha puesto en evidencia un modelo de productividad agotado. Carles Manera es doctor en Historia (UIB, 1987) y en Ciencias Económicas (UB, 2000). Otros libros suyos son Història del creixement econòmic a Mallorca 1700-2000 (Lleonard Muntaner, 2001) y La riqueza de Mallorca. Una historia económica (Lleonard Muntaner, 2006). En 2003 recibió el Premi Catalunya d'Economia, otorgado por Caixa de Catalunya y la Societat Catalana d'Economia dependiente del Institut d'Estudis Catalans.

Lleva el país en la cabeza y el país tiene problemas. Le pregunto si duerme sin sobresaltos. Me responde:
Carles Manera.- Contra toda lógica, sí. Pero sé desconectar. Aunque duermo poco. Me levanto a cualquier hora de la noche y escribo o leo. L'eixam i les abelles es el fruto de muchas reflexiones nocturnas. Es mi forma de superar el estrés, porque el día a día es muy absorbente.
Llorenç Capellà.- Los funcionarios de sanidad se le manifiestan delante de la Conselleria.
C.M.- Y están en su derecho. Pero yo les pido un poco de paciencia. Estamos atravesando unos momentos difíciles, porque los ingresos del Govern han disminuido sustancialmente. No obstante, todo el mundo reclama lo suyo. Y yo he de tomar decisiones que sé que no serán bien recibidas. Percibo la soledad. Me sé sólo.
L.C.- ¿No hay dinero en caja?
C.M.- No lo hay. Se han recaudado mil millones de euros menos en ingresos tributarios. ¡Ya me dirá...! No nos queda más remedio que predicar una política de sacrificios, aun a sabiendas de que nuestro mensaje será impopular. Pero me niego a vender triunfalismo o demagogia.
L.C.- El sacrificio siempre es mayor para los de abajo.
C.M.- Lo sé. Soy consciente de que hay familias que lo están pasando muy mal económicamente. Pero las empresas también comparten el mal trago. La crisis golpea en todas direcciones.
L.C.- ¿Cuándo cederá?
C.M.- Me niego a hacer predicciones. De todas formas, puede que en el tercer trimestre del año que comenzamos ya se perciban algunos signos de recuperación. Aunque estos signos no tienen por qué traducirse en un aumento de la oferta laboral.
L.C.- Pues prepárese. Se oirán muchas voces culpabilizándole.
C.M.- Me he hecho a la idea. Los sindicatos o los grupos de presión se van con sus demandas a la Conselleria correspondiente, y allí les dicen que no pueden atenderles porque la de Hisenda les ha recortado el presupuesto.
L.C.- Lo cual es cierto.
C.M.- Claro. Pero si lo recorto es porque los ingresos no dan para más. En cualquier caso, el malestar o el malhumor de la calle suele acabar aquí, en mi despacho. Y no me quejo. Dialogo con todos los colectivos que se me acercan pidiéndome explicaciones.
L.C.- ¿Les convence?
C.M.- Al menos me escuchan, cosa que les agradezco. Apenas hay crecimiento empresarial. Y si no hay crecimiento, no hay trabajo.
L.C.- En uno de los capítulos de L'eixam i les abelles, habla de un fabricante sin fábrica que calza a tres continentes.
C.M.- Me refiero a Camper, una empresa innovadora. Tiene fábricas en medio mundo, pero el valor añadido reinvierte en Mallorca. Nuestro futuro se tiene que encaminar hacia ahí. Y los Fluxà, al igual que otras familias con tradición empresarial, nos marcan la pauta.
L.C.- El cambio de modelo económico...
C.M.- Se ha de llevar a cabo sabiendo que el eje en torno al cual gira nuestra economía es y seguirá siendo el turismo. Sin embargo, debemos buscarle un complemento adecuado. Nos interesa todo lo referente a ingenierías medioambientales, a consorcios telemáticos... Los hoteles son básicos para el bienestar colectivo. Pero no tienen por qué ser la única fuente de ingresos.
L.C.- Usted defiende la existencia de un potente empresariado, en Mallorca, ya en el siglo XIX.
C.M.- Y en Menorca también. Tanto Mallorca como Menorca son económicamente muy dinámicas. Hay una burguesía y un obrerismo, conscientes de cuáles son sus intereses y al tanto del progreso de otros países y otras comunidades del Estado con una estructura social aparentemente más sólida. El Obrero, un semanario fundado por Francesc Tomàs, empezó a publicarse en 1869. Es, por tanto, uno de los primeros periódicos, sino el primero, que hubo en España dedicado a la defensa de los trabajadores.

La historia económica de Mallorca parece que empieza con el turismo, a mediados del siglo pasado. Y no es así”

L.C.- Entonces, en referencia a Mallorca, no podemos hablar de una sociedad básicamente agrícola.
C.M.- Qué va. Había una clase obrera importante. En consecuencia, también había un grupo de empresarios con solidez económica y con capacidad para exportar a cualquier rincón del mundo. Palma, en el XIX, se convirtió en un gran núcleo metropolitano. Estaban los barrios obreros del Hort del Ca, de Santa Catalina... Y los otros, específicamente burgueses, como el de la Plaça d'en Quadrado, el Ensanche... Palma era, en pequeño, como Manchester o como Liverpool. O sea, una ciudad cuyo crecimiento viene determinado por el devenir industrial.
L.C.- A más de un lector se le pondrá cara de incrédulo.
C.M.- Lo comprendo, porque la historia económica de Mallorca parece que empieza con el turismo, a mediados del siglo pasado. Y no es así. Quien lea lo que escribió Pere d'Alcàntara Peña sobre el modo de vida de las clases obreras palmesanas y lo compara con lo que cuenta Engels de los barrios de las ciudades inglesas, verá que ambos describen el mismo paisaje humano: el hacinamiento en las casas, la falta de higiene, la escasez de jornales...
L.C.- Explotación, por tanto.
C.M.- Explotación y, a la vez, progreso. ¿Que aquellos empresarios explotaban a los obreros...? Claro que sí. No obstante, ayudaron al crecimiento industrial y a alumbrar un nuevo sistema de vida. La burguesía mallorquina ha cultivado el auto-odio, de forma que ha renunciado a sus grandes pensadores. Eusebi Estada, Joan Estelrich, Miquel dels Sants Oliver, el mismo Pere d'Alcàntara Peña, son intelectuales que en cualquier otro país serían tenidos en cuenta. Aquí se les ignora.
L.C.- Seguro que me dice que la industria turística no salió de la nada.
C.M.- Se lo digo. Sin un cúmulo de experiencias o la existencia de una potente cultura de mercado, no hubiera surgido una clase empresarial con capacidad de asumir el reto turístico. La Mallorca de botifarres y botiguers y payeses ignorantes o no ha existido o ha sido una rémora social y pintoresca. ¿Que hasta la Guerra Civil Mallorca fue tierra de emigrantes...? Claro. Y Catalunya también. Después de Els Segadors, la canción más popular entre los catalanes es L'Emigrant. Pues bien, fue compuesta a finales del siglo XIX y, por aquel entonces, Barcelona ya era la fábrica de España.
L.C.- ¿Y Mallorca...?
C.M.- No llegaba a tanto, pero no era tierra de campesinos. En 1935, un 35% de la población vivía de la industria. Y hasta 1940, de cada 100 pesetas procedentes de la exportación, 60 correspondían a actividades industriales. Disponíamos de industrias de tejidos y de mantas, de calzado, de bordados, de perlas... Funcionaba muy bien el trabajo femenino a domicilio.
L.C.- ¿Economía sumergida...?
C.M.- Sin duda. En 1900 el Ministerio de Hacienda encargó un estudio lo más completo posible sobre la industria del calzado. Pues bien, el inspector que lo realizó afirma que las cifras oficiales no se corresponden, ni muchísimo menos, con las reales. De hecho, las Illes Balears eran el primer exportador de calzado de España.
L.C.-...
C.M.- Entre 1860 y 1960, la economía balear, principalmente la de Mallorca y la de Menorca, tiene un recorrido muy parecido a la del País Valencià, tan bien estudiada por Ernest Lluch. Estamos ante una economía dinámica, flexible, con sectores industriales que dan vida a otros. El calzado, por ejemplo, necesita del papel. Y la agroalimentación, de la industria ligera.
L.C.- ¿A qué industria se refiere...?
C.M.- A la de las latas. Un fabricante de Palma, Antoni Esteve, fue el primero de España en enlatar al vacío. Le hablo de cien años atrás. Esteve tenía una fábrica de conservas vegetales, en la plaza de España, y adquirió tecnología alemana. Luego se estableció en Murcia y puso en marcha la industria pimentonera. Esteve fue un hombre importante. Y, como él, otros muchos.
L.C.- ¿Por ejemplo...?
C.M.- Cualquiera de los industriales de Sóller que gestionaron las plantaciones de café en Puerto Rico. O los que fabricaban jabón en Andratx, con barrilla de Murcia y aceite de la Serra de Tramuntana. Tenga en cuenta que el Port d'Andratx fue el primer puerto español en la exportación de sabó fluix. ¿Continúo...?
L.C.- Sí.
C.M.- La Harinera Balear, en el Pont d'Inca, aplicaba el sistema austro-húngaro en la producción de harina.
L.C.- ¿Y también fue pionera...?
C.M.- Junto a otras fábricas de Barcelona y de Madrid, sí. ¿Le digo en qué consistía...?
L.C.- Le escucho.
C.M.- Se separaba la cáscara del grano. La cáscara daba una harina de color oscuro que servía para amasar el pan negro. Pero la harina blanca, del grano, se empleaba para el llamado pan de Viena y se exportaba a Alemania, Francia y Gran Bretaña. ¿Y qué significa todo esto...?
L.C.- Dígamelo.
C.M.- Pues que no hemos vivido apartados del mundo tal como ciertos historiadores quieren darnos a entender. El crecimiento económico no se improvisa. ¿El imperio turístico de los años sesenta sale de la nada...? No ¡qué va! Tenemos una tradición de empresarios emprendedores...
L.C.- Cuando dice emprendedores...
C.M.- Me refiero a que son capaces de cambiar las pautas establecidas. Tendemos a suponer que todos los empresarios son especulativos. Y no es cierto. El especulativo es el que juega con el diferencial de precios. Compra a cuatro y vende a diez. Pero yo apuesto por los otros, los emprendedores.
L.C.- ¿Dónde están?
C.M.- En sus despachos, trabajando. Y son ellos los que deberán pilotar el cambio hacia un modelo de crecimiento que conviva con la economía turística. De hecho, ya se notan destellos de este cambio en los clusters empresariales. En el ParcBit trabajan cuatro clusters a pleno rendimiento: el de biotecnología del turismo, el de comunicación, el náutico y el de audiovisuales. El ParcBit es una de las apuestas más fuertes del Govern.
L.C.- Iba camino de convertirse en una urbanización...
C.M.- En la anterior legislatura, sí. ¡Incluso tenía que abrirse una escuela del Opus...! Nosotros descatalogamos el suelo edificable y hemos fomentado la creación de lo que Alfred Marshall califica de atmósferas industriales. Desde el cluster turístico se gestionan veinticuatro aeropuertos internacionales y cuatro millones de camas repartidas por todo el mundo. El Govern se mueve, hace cosas positivas.
L.C.- ¿Se siente dolido por el trato público que recibe?
C.M.- No quiero quejarme. Pero es evidente que los escándalos políticos de la era Matas gozan de mayor publicidad que los logros que vamos consiguiendo. Únicamente la corrupción vende titulares.
L.C.- Y la crisis.
C.M.- También. Además, no cede. No vayamos a mentir al ciudadano: 2010 será un año complicado con un ligero repunte en el último trimestre. Gran Bretaña y Alemania ya están remontando. Y en las comunidades españolas más dinámicas, como Navarra, empieza a notarse una cierta mejoría.
L.C.- ¿Podemos ser moderadamente optimistas?
C.M.- El optimismo da sentido a la vida. Por tanto, seámoslo. Pero sin engaños. Hagamos camino y ya se verá. Eso sí, plantando cara a los problemas.
L.C.- ¿Cómo?
C.M.- El Govern ha licitado obra pública por 187 millones de euros, por lo que ha sido la segunda comunidad del Estado, por detrás de Murcia, con una mayor dinámica de licitación. A esto le llamo plantar cara.
L.C.- Vale.
C.M.- Y en el período 2007-2010 han aumentado en un 180% los recursos destinados a la dependencia y en un 133% a los servicios socio-sanitarios. Son cifras importantes que no pueden obviarse.
L.C.- ¿Y...?
C.M.- Las crisis se resuelven con dinero. Pero también con imaginación y sentido común. Y con voluntad y trabajo. Sobre todo con mucho trabajo.