Sebastià Manresa. | Pere Bota

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«El mal de peus, motiu d'infelicitat" es un título que limita más que sugiere. Y el libro de Sebastià Manresa, precisamente, sugiere en cada frase infinidad de disquisiciones que nos llevan del pie al alma sin necesidad de echar mano del punto y aparte.
A Sebastià Manresa le interesa la persona en su conjunto y ha empezado a diseccionarla por el pie, el lado menos literario del cuerpo. Aún así, llama la atención del lector la infinidad de escritores que lo han literaturizado. Manresa pone en boca de Séneca, los siguientes nombres: Juan de Salisbury (Polycraticus, siglo XII), Descartes (Las pasiones del alma, 1649), Borelli (De motu animalium, 1681), Albrecht von Hallen (Biblioteca Anatómica, 1776), Quevedo (Sueños, 1606, El Buscón, 1626), Cervantes (El Quijote, 1605, Persiles y Segismunda, 1616), Balzac (el capítulo Teoría del andar, en el libro Tratado de la vida elegante, 1834), Flaubert (Memorias de un loco, 1838, Madame Bovary, 1857, Salambó, 1862, La educación sentimental, 1869), Clarín (La Regenta, 1884), Carlos Arniches (El pie izquierdo, 1894), Arthur Conan Doyle (el cuento El pie del diablo, en el volumen El regreso de Sherlock Holmes, 1903), Zoe Valdés (El pie de mi padre, 2000) y Albertine Sarrazin (El Astrágalo, 1965).
¿Dignifica el pie, el doctor Manresa? Más bien nos da una lección de medicina y de conocimiento humano haciendo uso de la ironía, de la capacidad de observación y de una escritura directa, no exenta de voluntad pedagógica.

Su mirada refleja ternura y melancolía. Es irónico, capaz. Se mete en la piel de los dioses y no desentona. Sebastià Manresa (Felanitx, 1945) se licenció en Medicina y Cirugía (UB, 1969) y se especializó en traumatología y en cirugía ortopédica. Escritor de vocación tardía, colabora en el semanario Felanitx. Acaba de publicar su primer libro, "El mal de peus, motiu d'infelicitat" (L'Hiperbòlic Edicions).
Le pregunto de dónde ha sacado que a los dioses pueden dolerles los pies. Me responde: Sebastià Manresa.- No sabría precisárselo. Pero seguro que les duelen como a cualquier mortal.
Les conozco a fondo, pues me apasiona la lectura de los clásicos.
Tanto es así que puedo considerarme un humanista frustrado.
Llorenç Capellà.- ¿Está de acuerdo conmigo en que el libro es algo más de lo que dice el título que es?
S.M.- Sí. Al menos no estamos ante un libro de divulgación médica al uso. Son los dioses quienes piensan y dialogan en torno a los pies y sus dolencias. Y cada comentario conlleva un bagaje filosófico importante. Pienso, modestamente, que ahí radica su interés o su singularidad.
L.C.- Usted es de Felanitx
S.M.- De toda la vida
L.C.- ¿De loco y de filósofo tienen todos ustedes un poco?
S.M.- Lo he oído decir. Y cuando el río suena, agua lleva. Lo cierto es que Felanitx tuvo un sedimento cultural importante que se fue trasmitiendo de generación en generación. En tiempos de la República, el alcalde fue de Esquerra Republicana Tampoco es totalmente casual que un hombre de la talla intelectual de Joan Estelrich fuera felanitxer.
L.C.- El Felanitx actual ¿es otra cosa?
S.M.- Usted dirá. Desde hace veinte años es una sombra de lo que fue. Igual, sin pretenderlo, me creo enemigos, pero el cáncer de Felanitx radica en la pobreza de espíritu que, desde la Transición hasta ahora, ha presidido las decisiones de los diferentes consistorios.
En la década de los ochenta se pudo crear un polígono industrial que aglutinara la mayoría de las industrias de la comarca y no se hizo.
L.C.- ¿Y las industrias ?
S.M.- Emigraron del término. ¿Que últimamente se ha hecho un polígono ? Sí, ya lo sé. Pero llega tarde.
L.C.- Centrémonos en el libro. ¿Cómo se generó?
S.M.- Fue hace unos dos años. Publiqué, en el semanario Felanitx, algunos apuntes de lo que luego sería el libro. Y tuvieron buena acogida entre los lectores. Yo apenas sabía escribir en catalán, porque en mis tiempos de estudiante toda la enseñanza se hacía en castellano.
L.C.- ¿Y qué hizo ?
S.M.- Lo que debe hacerse en casos, como el mío, de flagrante anormalidad.
L.C.- ¿Aprenderlo ?
S.M.- Eso es. Aún tengo muchas dudas sintácticas, pero ya puedo expresarme con más o menos soltura. Sea por lo que fuere, Antoni González, el director de L'Hiperbòlic Edicions, me habló de la posibilidad de reunir algunos de mis artículos en un libro. Y la oferta me ilusionó. Pero se la comenté a mi esposa y me confirmó mis sospechas: podía ser algo inmensamente aburrido. Luego recabé la opinión de mi profesora de pilates y fue igualmente rotunda.
Me dijo que sería el típico libro que jamás compraría.
L.C.- ¿No se pasaron ?
S.M.- Más bien fueron indulgentes. Fui a impartir una conferencia en la Academia de Ciencias Médicas de Barcelona y, pese a que los asistentes me dispensaron grandes elogios, me aburrí como una ostra.
L.C.- Entiendo.
S.M.- Pero no hay mal que por bien no venga. Ante la evidencia de que para el bien de la humanidad no tenía que haber libro, en vez de desanimarme, busqué alternativas a las publicaciones médicas al uso. Y las hallé. Fue la noche de Reyes última.
L.C.- Cuente
S.M.- Me desperté justo a las tres y media de la madrugada, y supe que Atenea, la hija predilecta de Zeus, le había ido a su padre con la historia de que le dolían los pies.
L.C.- No me diga más. Ya tenía argumento.
S.M.- Exacto. Los dioses iban a hablarnos del dolor de pies, porque ellos, aunque dioses, son humanos. Así que redacté el libro en tres meses. Odio los libros de quiosco que dan soluciones domésticas para combatir la artrosis o la artritis.

De quien tiene pocas luces se dice que piensa con los pies. Pues bien, el doctor Marañón afirmaba que pensamos gracias a los pies ”

L.C.- Con su libro ¿dignifica el pie?
S.M.- Más bien el cuerpo humano en su conjunto. Ya sé que el pie sufre un cierto desprestigio, totalmente injusto. De quien tiene pocas luces se dice que piensa con los pies. Pues bien, el doctor Marañón afirmaba que pensamos gracias a los pies.
L.C.- En cualquier caso, el fútbol los habrá divinizado.
S.M.- Es cierto. Aún así, los futbolistas jamás serán dioses.
Pitágoras, probablemente, hubiera afirmado que la valoración humana es inversamente proporcional a las cualidades futbolísticas.
L.C.- Los dioses se reúnen en el Olimpo para hablar de los pies.
¿Por qué eligen a Sócrates como moderador?
S.M.- Podían elegir entre Homero, Platón y él. Lo eligieron porque era el mortal más divino y el más humano de los humanos.
L.C.- En confianza ¿usted cree que un dolor de pies justifica tanta movida?
S.M.- Claro que sí. ¿No ve que es un motivo de infelicidad ? Le aseguro que he conocido gente absolutamente amargada.
L.C.- ¿La culpa es del calzado?
S.M.- Muchas veces, sí. Pero cuando el paciente acude al médico el mal ya está hecho. De todas formas, el zapato es necesario ahora y lo ha sido siempre. Cuando el hombre pisó el suelo, el suelo era hostil. Piedras, arbustos ¡qué sé yo ! Y el zapato tuvo una función protectora. El problema surge cuando el zapato se convierte en moda y la estética se impone a la comodidad.
Para entendernos, pasamos de un zapato protector a un zapato agresivo.
L.C.- ¿Mejor ir descalzos ?
S.M.- De ninguna manera. Pero se habrán de invertir los términos.
Es la moda la que se tiene que adaptar a la comodidad del pie y no al revés.
L.C.- Lógico.
S.M.- En mi libro trato la enfermedad o la muerte desde una óptica filosófica El hombre evoluciona desde que se pone en pie. Y los pies también evolucionan, ya lo creo. Pero me pregunto si aún evolucionamos, si se ha acabado la evolución o si involucionamos.
L.C.- Dese una respuesta.
S.M.- Pues digo que hemos iniciado la involución.
L.C.- ¿Y el pie ?
S.M.- También, por supuesto.
L.C.- ¿Cómo será el pie del futuro?
S.M.- Plano, probablemente. Y el dedo meñique desaparecerá porque no nos sirve para nada. En realidad, el pie, lleva siglos sin evolucionar. ¿Qué tiempo llevamos sin necesidad de huir de los mamuts ?
L.C.- Infinidad.
S.M.- Pues eso. El hombre se ha vuelto sedentario, obeso
L.C.- Los dolores de los pies ¿siempre se generan en los pies?
S.M.- Qué va. Hay muchísimas patologías que confluyen en las extremidades. Eurípides relaciona la psique con el dolor de pies.
Y Aristóteles afirma que el alma y el cuerpo padecen juntos.
Concretando lo de Eurípides: hay enfermedades de la psique que afectan a los pies y viceversa.
L.C.- Usted y los clásicos se hablan de tú.
S.M.- Toda la sabiduría está condensada en sus enseñanzas. Aunque lo importante es empaparse de quienes han sobresalido por su genialidad o maestría, sean dioses o no. Picasso afirmó que el arte es una mentira que conduce a la verdad. Y lleva razón. Los pies, en Rubens o en Botticelli, son auténticos, porque las modelos eran reales. He observado que Cristo tenía juanetes. O al menos así aparece en infinidad de pinturas. ¿Y qué puedo decirle de "Las tres Gracias", de Rubens ? Una no tiene puente en los pies, otra padece juanetes
L.C.- ¿Necesitaban un podólogo ?
S.M.- Ni aún así sus males se hubieran remediado. En cualquier caso, el dolor de pies humaniza a las divinidades. Sócrates afirma que si los dioses sufren, es porque son humanos.
L.C.- ¿Mueren, los dioses?
S.M.- Quién sabe. Los mitológicos son creación del hombre y con toda seguridad morirán con él. ¿Los demás ? No sé qué decirle.
Los demás están sujetos a los designios de unas multinacionales llamadas religiones y no sé qué será de ellos. Yo no creo en los dioses, sino en las personas.
L.C.- ¿El dolor de pies es cosa de gente madura?
S.M.- Con la edad, el pie se cansa. Es lógico. Pero el peso es determinante. Los problemas de talón, por ejemplo, son una consecuencia de la obesidad.
L.C.- ¿Cuáles son las dolencias más frecuentes?
S.M.- La bursitis, por ejemplo, que es una inflamación de las bolsas serosas que envuelven el calcáneo. También crea problemas la fascia plantar, que es un tejido que sostiene los huesos de la parte inferior del pie y que suele inflamarse por una tensión excesiva. Los callos, que surgen del contacto entre dos superficies duras. En fin...
L.C.- Se deja los juanetes.
S.M.- Pues debemos incluirlos. Son una deformación del pie que suele ser producida por el uso de zapatos estrechos. Aunque también pueden deberse a una malformación genética. Yo aconsejo, a quienes los padezcan, que calcen zapatos anchos. Hay doctores que son partidarios de operarlos
L.C.- ¿Y usted?
S.M.- Sólo si es absolutamente necesario. La cirugía ha avanzado enormemente. Aún así, puede generar problemas posteriores. Le diré una sentencia de Aristóteles.
L.V.- Le escucho.
S.M.- Antes de actuar sobre la parte enferma es imprescindible conocer el cuerpo en su conjunto. Así que antes de operar el pie, estudiemos el cuerpo.
L.C.- ¿Está aconsejando a los médicos actuales?
S.M.- Claro. Aristóteles es una fuente de sabiduría. ¿Y qué puedo decirle de Hipócrates cuando afirma que la ciencia precisa del conocimiento profundo de las cosas ? Pero tanto el pensamiento de Aristóteles como el de Hipócrates como el de tantos otros sabios están en los estantes de las librerías acumulando polvo.
La medicina se está deshumanizando.
L.C.-
S.M.- Las razones hemos de buscarlas en el propio sistema sanitario.
Las prisas y las terapias defensivas o complacientes han ido diluyendo la figura del médico humanista. Y las víctimas son el paciente y el propio médico, porque quedan huérfanos el uno del otro.
L.C.- Usted, en su libro, ¿lo denuncia?
S.M.- Lo pongo de manifiesto. Digamos que es un diario de navegación de memoria humanística. Ya le he dicho que la medicina ha hecho grandes avances, tanto en el campo del conocimiento como en el tecnológico. Pero se está relegando la persona a un segundo plano.
Y esto no es bueno. Cada persona es específicamente diferente de las demás. Y está sometida a unas angustias, a unos miedos Es preciso que los médicos la escuchemos. ¡Escuchar ! He ahí la palabra mágica.
L.C.- Por curiosidad ¿le duelen los pies?
S.M.- Nunca. A decir verdad, lo que me duele es el alma al ojear cada mañana los titulares de los periódicos. Guerras, corrupción ¡En fin ! Me refugio en la lectura de los clásicos. Ellos, al menos, me permiten huir de la mediocridad.
L.C.- Que sea feliz, pues.
S.M.- Lo procuro. Huyo de la televisión y de sus programas basura, del griterío, de la entronización de personajillos de escaso valor ético o intelectual. Estamos recuperando el "Panem et Circensis".
O sea
L.C.- ¿O sea ?
S.M.- Una tragedia. ¿No lo ve ? Una auténtica tragedia.