Arnau Pérez, Aina Canela, Marina Salom y Fran Bravo. | Curro Viera

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Alaró vivió una nueva edición de Alart. En esta ocasión el mundo de los cossiers era la premisa propuesta para vertebrar una serie de exposiciones y actuaciones que, si bien daban un enfoque novedoso, acotaban mucho los trabajos de los participantes. Con un número mucho más bajo de espacios que en otras ediciones y una afluencia de público no tan nutrida, Alart ofrecía propuestas interesantes a pesar de todo. En Son Tugores destacaba el trabajo de Fran Bravo, una serie de acuarelas que abordan de una manera muy especial a los cossiers . Mit Borràs, en Addaya, se desmarcaba de la propuesta de la noche y ofrecía Ergonomic Forms as Precarious Models of Adaptation . Canto Rodado ofrecía una muestra de escultura en el patio del Ajuntament. Respecto a los espacios privados sobresalían la galería Can Bereiol, el taller de Diego Nebot y Basavia Art, un nuevo espacio con una cuidada propuesta por parte de Liliana Silva y Katrin Kirk. Carlos Miró, Marina Salom, Alberto Trabado y la danza vertical de Benarran fueron propuestas a pie de calle.