Setenta y seis carrozas y un gran derroche de imaginación demostraron que cualquier mundo es posible durante las Festes del Vermar. | P. Pellicer

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Derroche de imaginación en las Festes del Vermar de Binissalem con motivo del popular desfile de carrozas. Tradición y originalidad se combinan en un pasacalles que gira entorno al mundo del vino, único requisito que se exige a los participantes. A partir de esa temática base cualquier mundo es posible. Se combinan todo tipo de materiales e ideas.

Este año se inscribieron 76 carrozas que iniciaron el recorrido pasadas las cinco de la tarde de ayer en las inmediaciones de la Plaça del Rasquell. Competían en tres categorías: tradicional, original y juvenil, con premios que oscilan entre los 100 y los 800 euros.

Como novedad,  con el objetivo de garantizar que la temática del vino se mantenga, el Ajuntament obligó a los participantes a depositar una fianza de 50 euros por carroza, depósito que podrán recuperar siempre que su comportamiento haya sido adecuado y que hayan cumplido con el compromiso de que el vino estuviera presente en su propuesta.

En el recorrido pudieron verse carrozas espectaculares, muy elaboradas como Ca nostra es ca vostra que reproducía una casa tradicional con todos sus muebles o Robines a pedra viva con una reproducción espectacular de la iglesia parroquial.
Hay quienes sin embargo prefieren invertir su presupuesto en garantizar la juerga y transforman sus carrozas en improvisadas barras y discotecas. La playa de Cala Vermada o los siempre presentes hippies son recursos habituales entre los jóvenes.

Las carrozas infantiles también repiten temática con frecuencia. Los colores, los frutos... Aparaulats jugaba con las tipografías de los teclados de ordenador. Algunos pequeños tentaron al mal tiempo con Sa vermada banyada.

En un año olímpico coincidieron temáticas deportivas y tampoco faltó alguna crítica a los recortes presupuestarios en tiempos de crisis.