Vista general del Teatre Principal con su gran aforo en la gala de entrega de los Premis Ciutat de Palma. | Jaime Verd

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El Teatre Principal acogió un año más la gala de los Premis Ciutat de Palma, salvo que en esta ocasión se huyó de cursilerías supuestamente modernas para regalarnos un espectáculo maravilloso creado por Rafel Brunet, el gran artista de la escena que fue el encargado de la dirección artística de la que ha de ser la gala de las galas que se celebran anualmente en la Isla. Cada director artístico desea, lógicamente, dejar su impronta, pero como bien sabe Brunet, los experimentos requieren muchos años de preparación y estudio, y afortunadamente él los tiene. Ha habido años que daban ganas de levantarse e irse pitando, sin embargo este año son todo alabanzas.

El alcalde de Palma, Jaime Martínez, defendió una cultura de todos y para todos en su discurso, que este año, como novedad, incorporan los galardones de las categorías de novela y poesía en castellano. La asistencia de una amplia representación institucional, del ámbito de la cultura, música, artes plásticas y escénicas, y también del resto de personalidades que forman la sociedad económica y social estuvo a la altura, como no podía ser menos. Dos de los iconos de Brunet, la maravillosa Marta Jaume y Pere Sánchez, presentaron el acto e introdujeron la puesta en escena de la pieza Les veus del passat, que contó con actuaciones de representantes de las distintas culturas que nos han hecho como somos. Xim Colom (foners), Anabel Ramon (árabes), Augusto Redondo (judíos) y Paula Rigo (cristianos).

Palma debería ser la capital mediterránea de la cultura aprovechándose de esa herencia única en el mundo y que todavía pervive. Qué lujo. El primer teniente de alcalde y regidor de Cultura, Javier Bonet, que siempre tiene una sonrisa cautivadora en los labios, lo destacó en un recorrido a través de las sociedades y civilizaciones que, en sucesivos momentos, han convivido y conviven en la Isla. Si la observaran desde donde yo me encuentro valorarían lo que es tener un pasado del que presumir, créanme. Maria Escalas Bernat por la obra A la seva ombra y Rodolfo Piovera por Un azul de frío recibieron el Premi Ciutat de Palma Llorenç Villalonga de novela en catalán y el Camilo José Cela de novela en castellano, respectivamente.

Mientras, Deixar de fer peu, de Marina De Cabo Pons, ganó el premio Joan Alcover de poesía en catalán; y, el premio Rubén Darío de poesía en castellano fue para Jesús Aguilar Marina, por la obra Danzas de sombras. El premio Antoni Gelabert de artes visuales fue para Lara Fluxà por la obra Arva; Dibuixant tebeos entre Eivissa i Barcelona (1937-2024), de Joan Escandell Torres y Joan Miquel Morey Palou, se alzó con el Premi Ciutat de Palma de cómic; Miquel Serra conquistó el premio Bonet de Sant Pere de música por la creación Les Hayas Arce y el premio Margaluz, la inmensa y querida Margaluz, de artes escénicas fue para Héctor Daniel Seoane Torres por Bad Moon. El premio Maria Forteza de audiovisuales en modalidad documental se lo llevó Daniel Cuesta Centelles por Jo, Punk y el Maria Forteza de audiovisuales en modalidad cortometraje fue para Miguel Ángel Duran Mas por Ben.

Gabriel Alomar Garau y Lluis Gené Gil se llevaron a casa el Montserrat Casas de investigación, por el estudio Amanecer: gènesi i originalitat d’una urbanització dels 30. Joan Cabot fue premio Miquel dels Sants Oliver de periodismo por el trabajo ¡Campeón! Un thriller pop. Y, Llorenç Payeras Capellà, el premio Caty Juan de Corral de gastronomía. Me doy cuenta de lo mayor que soy porque he conocido a la mayoría de los que dan nombre de lujo a los premios. El premio Guillem Sagrera de arquitectura, fue para OHLAB Architecture Lab por el proyecto Paseo Mallorca, 15. Se lo merecen más que nadie. Jaime Oliver y Paloma Hernáiz son lo más.

En fin, mi protagonista, Rafel Brunet y su marido, Valentín Zamora, quisieron celebrar el exitazo de la gala y compartir su alegría con sus amigos en una cena divertidísima en la que no faltó de nada. Son dos grandes del arte escénico y lo trasladan a cada rincón de sus vidas. Felicidades.