Francina Armengol, Susy Gómez y Neus Cortés. | Esteban Mercer

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Los que el jueves pasado tuvimos oportunidad de estar en la inauguración de Es Baluard, somos conscientes de haber vivido un momento único que marcará seguramente un antes y un después en nuestras vidas cerca del arte, o con el arte. Los que conocemos y seguimos la obra y la carrera y vida artística de Susy Gómez, sabemos que este Gest contra l’oblid que inauguró rodeada de amigos de toda la vida, y algunos recientes que se han acercado a ella atraídos por una fuerza única, intuimos que hay algo más potente todavía por llegar porque la explosión de lo que algunos califican ya como obra culmen de la artista está, en mi opinión, aún por llegar. Susy e Inma Prieto, la directora de Es Baluard y comisaria de la exposición, nos regalan la magia de la vida que comenzó con una serie expuesta en Sa Drassana, y que sigue hoy como un gesto más potente todavía para acercarnos a quien debemos tener cerca de la mente, siempre tan caprichosa.

Susy vive su período más oscuro rodeada por el cariño de la gente y arropada por su creación, que no hace más que crecer, quién sabe hasta dónde. Lo intuyo. Tuvo algo de maravilloso esta noche del jueves porque, junto a la artista y su hija Uma Kim Gómez, estaban también las amigas de la infancia y adolescencia de la más internacional de las artistas de Pollença. Estaban, también, sus amigas de una pandilla híper cool que destacaba sobre todas las demás, como Silvia de Partout, o Catalina Joy, o Antonia Llobera, hija del maestro Mateu Llobera, o Mayte Cánaves, a las que de niño observaba con la boca abierta y sigo haciéndolo, y podría seguir con una larguísima lista, pues vi a Joan Cortés o a Gabriel March, o a Andreu Company.

No pararía de dar nombres, los que no me dejarían explicar la esencia de lo vivido a no ser que escriba ya mismo una novela romántica en la que habría que incluir a Neus Cortés, maravillosa de Kenzo, Miyake y creo que también algo de Yamamoto. Y a los más nuevos, como Marieta Salas, que quiso fotografiarse junto a su buen amigo Miquel Ensenyat, o María José Hidalgo junto a Alberto Tomás. O María Juan de Sentmenat junto a Patrick Popp y Toni García-Ruiz y Àngels Salleras, y venido desde Málaga Txema Martín, tan amigo de Juanan Horrach Moyá, tan presente. Estuvo su madre, Toñita Moyá, muy emocionada, cruzó la sala como un suspiro. En fin, que no paro de crear negritas, que era algo que antes me entusiasmaba.

Ahora cuento historias. Y he de contarles que Gest contra l’oblid se presenta como una instalación pictórica en la que piezas de gran formato invaden la sala creando un espacio que va más allá de la tela en el que adentrarnos, encontrarnos, en lo colectivo y en lo privado, sugiriendo que lo que se ve en la superficie no es lo que hay que ver. El proyecto une saberes ancestrales e íntimos, recupera lo que somos en esencia, unión y amor, sin complejos, sin filtros ni religiones, escriben desde Es Baluard, aunque lo que ha creado la artista es un lugar de oración, de recogimiento y de unión. Su estudio, que es su corazón y donde está la esencia del hombre justo, de la mujer justa, convertido en capilla sagrada para recordarnos quiénes somos