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Otra de mis amigas más queridas pasó unos días en la Isla junto a su marido, el doctor Enrique Puras. Son una pareja maravillosa con la que da gusto estar, así que recién llegados a la Isla invitados por el matrimonio Suárez, los joyeros, que les alojaron en su barco, decidí organizar en mi casa un almuerzo en su honor, y en el de otras personalidades que merecen ser honradas. Lo cierto es que pasamos una tarde agradable de charla entretenida, entre cerebros privilegiados, mentes jóvenes y cruce de ideas.

Marina Castaño está más feliz que nunca y disfruta de su papel de abuela, y los que la escuchamos ese día descubrimos a la mujer que hay tras esa coraza que tuvo que construirse durante años para protegerse de envidias, maldades y malentendidos. Ese día nos acompañaron personas tan queridas como los señores de Morneta, Nicolás Morell, Juanjo Fraile y Belen Blanco, que llegaron acompañados de un cañón del Colorado llamado Robert, y como diría la Jurado, no digo más ná.