Rogelio Olmedo, entre sus amigos Beatriz Hernández y Nico Sales, posando frente su nueva obra en la galería Gerhardt Braun. | Esteban Mercer

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En la presentación de la decimoséptima edición del Art Palma Brunch, el presidente de Art Palma, Frederic Pinya, anunció que sería una edición muy especial en la que se iba a reclamar el valor de la palabra. No puedo estar más de acuerdo con el presidente sobre la importancia de la palabra y su reivindicación en tiempos difíciles como los que nos ha tocado vivir. La palabra nos hace libres, nos distingue, nos seduce y emociona. Igual que el arte. Así se vivió esta última edición.

Las calles de Palma volvieron a estar concurridas de amantes del arte con ganas de conversar, de abrazar, de ver y ser vistos entre buenas propuestas de las galerías de la asociación. Casi son cuarenta artistas que participan en la programación, entre los que se encuentran tanto artistas emergentes locales como los que ya cuentan con una trayectoria internacional consolidada.

Empezando por el principio, el primer encuentro se produjo en el Hotel de Sant Francesc unos días antes con el proyecto de La Bibi Gallery Vivimos el mejor de los tiempos. Estamos comenzando a construir el paraíso II, del artista Aljoscha. No se pudo comenzar mejor con este paradigmático título y recibidos por la exquisita Tania Baides. Después de este aperitivo artístico entramos de lleno en el brunch de la mano de Frederic Pinya y la directora artística Eva Mulet con la exposición en la Galería Pelaires de dos monstruos del arte contemporáneo como son Jannis Kounellis y Antoni Tàpies, frente a frente. Siguiendo con la saga Pinya, nos dirigimos a la galería Baró, que presentó la obra de Albert Pinya. Es un auténtico placer contar con la presencia de María Baró y Enno Scholma, un aire fresco y distinguido en la sociedad palmesana.

En su espacio coincidieron artistas como Joan Cortés, Amparo Sard, Rafa Forteza, Natasha Lebedeva con parte de la representación institucional, el teniente alcalde de Cultura, Antoni Noguera, acompañado de sus dos directores generales, Tina Codina y Marcos Augusto Lladó, cada vez más valorado en el medio por su buen hacer profesional. Nos recibió en la entrada de su espacio el galerista Fran Reus, con su pronunciado estilo personal que va calando poco a poco. Nos gusta. Allí vimos obras de los artistas Joachim Lambrechts y Bartomeu Sastre. Las hermanas Alejandra y Maribel Bordoy nos mostraron el proyecto del artista menorquín Antoni Pedraza.

En la Galería Xavier Fiol disfrutamos de la exposición de uno de los artistas más consolidados en el panorama nacional, Avelino Sala. En la galería coincidimos con la comitiva presidencial, encabezada por Francina Armengol, así como con el jefe superior de Policía, Gonzalo Espino, junto con su esposa, la bellísima Mayte Sánchez, integradísimos en nuestra comunidad, como debe ser. Durante el recorrido también nos encontramos con Patricia Estrada y Mariana Díaz, dos mujeres extraordinarias, instituciones del arte y la sociedad, a los entrañables Luis Fuster y Dolores Martínez-Etchevarría, a Pilar Ribal, a Neus Cortés acompañada de Imma Prieto, la directora de Es Baluard, a Luis Fidalgo, entre otros muchos.

Después de visitar Kewenig, finalicé el recorrido en la Galería Horrach Moyá con la exposición de uno de mis preferidos, Pep Girbent, y fue una alegría reencontrarme con Joan Guaita y Bel Oliver, como siempre divina. Fueron muchas las propuestas y los amigos y no puedo extenderme en estas páginas, pero agradezco profundamente el esfuerzo de todos ellos para hacer de Palma una ciudad cosmopolita. Que la fuerza de la palabra os acompañe. Amén.
Palma ya no es lo que era, es mucho mejo