Una semana después de que emanara una crisis que ha dado la vuelta a España y a Europa a través de los medios de comunicación, la tensión sigue palpándose, aunque de una manera mucho más rebajada. La marcha de los cuatro okupas que convirtieron al apartahotel 'Sol y Mar' en noticia y el giro que ha sufrido el caso tras la denuncia hecha pública por los propietarios del complejo, quienes acusaban a su actual administrador, Miquel Deyà, de promover la okupación al acumular una deuda con ellos de 240.000 euros, además de referirse a él como un «inquiokupa» y enfrentarse a un proceso de deshaucio, han dado un nuevo enfoque al caso, a lo que se suma el juicio al que se enfrenta este miércoles el padre del administrador por un presunto delito de estafa por medio millón de euros entre 1998 y 2014.
Apenas pasa gente por el 'Sol y Mar', al que siguen acercándose curiosos y periodistas ante la todavía presente preocupación de los vecinos y residentes en ese rincón de Cala Bona. Ante esta cascada de informaciones, muestran algunos de ellos su «sorpresa», rechazando a la vez dar su nombre y exponer su rostro ante la opinión pública. «Aquí hay algo raro y gente que sabe demasiadas cosas, como lo de los 240.000 euros», asegura uno de ellos, en referencia a la deuda con los propietarios o la oferta realizada por los supuestos extorsionadores para desbloquear la okupación de los apartamentos. Uno de ellos llegó incluso a tener contacto con alguno de los okupas en su momento, «aunque poco porque no quería buscarme problemas».
«La clave aquí es saber de dónde salieron esos okupas», añade uno de esos vecinos, quien asegura a estas alturas «no creerme a nadie».
La puerta principal del 'Sol y Mar' de Cala Bona, entreabierta este martes. Foto: Alejandro Sepúlveda
El miedo en el vecindario no ha desaparecido del todo, «pero ahora estamos más tranquilos porque pasa la Policía Local y la Guardia Civil y hemos oído que quieren poner más seguridad en el 'Sol y Mar'», añaden, reiterando su postura inicial sobre el volumen humano de la okupación: «Los okupas eran cinco o seis, no más, les veíamos que se reunían en la piscina», aseguran, sin acabar de poder garantizar si alguno de ellos pudiera ser mujer. «Niños no vimos, y si estaban allí, no les vimos fuera de las habitaciones», apostillan, saliendo al paso de las primeras informaciones que reportaban la presencia de una treintena de personas en el interior.
Momentos de tensión
También aseguran que la «tensión» era importante entre los responsables del establecimiento y los okupas, habiendo escuchado en ocasiones «discusiones, broncas y gritos» entre ambas partes y presenciando momentos de nervios en los días previos a la salida de los cuatro últimos 'inquilinos', que se produjo entre el viernes y sábado pasados, tras firmar un documento con el actual administrador del 'Sol y Mar' en el que este último se comprometía a no emprender acciones legales contra ellos y abandonaban el establecimiento.
Añadido a la parte superior de una verja realizado para evitar incursiones de personas y alimentos para los okupas. Foto: Alejandro Sepúlveda
Sólo esperan «que pase todo esto y vuelva la tranquilidad», comentan esos vecinos de Cala Bona, que desde lejos observan cómo los operarios de la empresa explotadora del apartahotel trabajan para intentar ponerlo a punto de cara al inicio de la temporada turística, después de solventar parte de los desperfectos ocasionados por los okupas y quienes forzaron y rompieron puertas y ventanas para hacerse con las llaves de las habitaciones y cambiar sus bombines, labor que de nuevo llevaron a cabo los empleados de Deyà tras hacerse con el control de las estancias ocupadas.
Esa inseguridad dicen los residentes en esa zona de Cala Bona, en el litoral de Son Servera, está sustentada en buena medida, dicen, «por las leyes, que deberían ser más duras para castigar la okupación y que no tengan esta libertad y se vayan así como así», dicen los vecinos del apartahotel 'Sol y Mar', que agradecen el paso del tiempo como fórmula para dejar pasar «algo que ha sido desagradable, porque la gente ha tenido miedo», concluyen.
¿Miedo? ¿A qué? ¿Miedo a vivir junto a personas sin oficio ni beneficio? ¿Miedo a vivir junto a personas de mal vivir? ¿Miedo a ver cómo sus propiedades inmobiliarias iban a perder valor? Que vengan a Palma, a los barrios de Corea, Son Gotleu o La Soledad y verán que todo eso aquí está normalizado gracias a nuestros politicuchos.
De este hotel, todo es muy raro.
Lo único que ha quedado claro es que los okupas pueden hacer lo que les venga en gana con una propiedad privada. Y el propietario encima tiene que seguir pagando suministros (En el caso del hotel, habrán mentido diciendo que habían quitado los suministros al cerrar el hotel, porque no es lógico que lo okuparan si no hubiera tenido agua, electricidad...)
7 comentarios
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¿Miedo? ¿A qué? ¿Miedo a vivir junto a personas sin oficio ni beneficio? ¿Miedo a vivir junto a personas de mal vivir? ¿Miedo a ver cómo sus propiedades inmobiliarias iban a perder valor? Que vengan a Palma, a los barrios de Corea, Son Gotleu o La Soledad y verán que todo eso aquí está normalizado gracias a nuestros politicuchos.
Que rollo diario meteis
Ke hacen nuestros políticos dejando pasar a todo indigente sin oficio ni beneficio en nuestra isla. Nos están llenando nuestra tierra de parásitos.
Brega de mallorquines...
De este hotel, todo es muy raro. Lo único que ha quedado claro es que los okupas pueden hacer lo que les venga en gana con una propiedad privada. Y el propietario encima tiene que seguir pagando suministros (En el caso del hotel, habrán mentido diciendo que habían quitado los suministros al cerrar el hotel, porque no es lógico que lo okuparan si no hubiera tenido agua, electricidad...)
🪰💩🪰
I ens heu de marejar amb aquests rotllos pataters ??? ....