El agresor ha pasado este jueves por la tarde a disposición judicial. | Alejandro Sepúlveda

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La jueza de instrucción número 5, este jueves en funciones de guardia, ordenó el ingreso en prisión preventiva comunicada y sin fianza para el hombre acusado de agredir a martillazos a su mujer en un piso de Palma. El acusado, que se había negado a declarar en sede policial, llegó a los juzgados de Vía Alemania en un furgón policial y ante una gran expectación mediática.

El hombre, defendido por el letrado Bryan Bolivar, del despacho Raso&Asociados Abogados, sí que explicó su versión de los sucedido a la jueza de guardia. Una vez escuchado su relato, la magistrada lo envió a prisión.

El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional tomó declaración a la víctima en el hospital. Según el último parte médico facilitado a los medios de comunicación por parte del hospital de Son Espases, la mujer, de 46 años, continúa estable dentro de la gravedad y permanece ingresada en planta. La afectada tiene hundimiento de cráneo, fracturas en manos y nariz, entre otras lesiones.

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A falta de confirmación oficial, todo apunta a que el ahora detenido, a pesar de que llevaba un tiempo separado de su esposa, seguía enamorado de ella. La principal hipótesis de la investigación es que el marido pensaba que su esposa podía estar manteniendo una relación sentimental con otro hombre. La pareja vivía en el mismo piso, pero en habitaciones separadas.

En el momento que accedieron los policías a la vivienda se quedaron muy sorprendidos por el ensañamiento empleado durante la agresión. Las paredes y parte del techo presentaban manchas de sangre, de la crueldad con la que la víctima fue agredida.

Los hechos tuvieron lugar en la madrugada del martes en la calle Bernat Amer (junto a la plaza des Fortí). Sobre las 03.15 horas del lunes, fue el propio agresor quien llamó a la central de emergencias del 112 alertando de que su mujer estaba en la cama cubierta de sangre. En un primer momento no aportó más datos. Los funcionarios policiales hallaron en el domicilio el martillo utilizado con restos de sangre. La noticia del suceso cayó como un jarro de agua fría entre los vecinos del céntrico edificio. «Era un matrimonio muy correcto. Nadie en el finca sabía que llevaban tiempo separados», concluye un residente.