Miquel Serra Bosch sentado en el banquillo de los acusados, ante el jurado popular que emitió contra él un veredicto de culpabilidad. | Ultima Hora

TW
5

Esperó pacientemente 15 años para saldar las cuentas con el que consideraba su rival. Miquel Serra Bosch, un mallorquín de 66 años, mató en el verano de 2009 a Juan Molero, un vecino de Son Oliva que se había casado con su exmujer. Esta es la crónica de un crimen que conmocionó a aquella barriada palmesana y acabó con una condena de casi veinte años de cárcel para el criminal.

El acusado declaró ante la policía que quería dar un "escarmiento" a Juan Molero.

Miquel Serra había abandonado a su mujer y su familia hacía 30 años y durante ese tiempo se sucedieron sus detenciones o imputaciones por estafas y otros delitos. Ingresó en la cárcel de Zaragoza y en julio de 2009 obtuvo un permiso penitenciario. Nadie sospechaba que albergaba aún tanto odio. Viajó a Mallorca y comenzó a espiar a Juan, su contrincante, y a su exmujer. Averiguó el horario del varón, por dónde se movía y, sobre todo, dónde estacionaba su coche. Era un garaje de la calle Enric Granados y Miquel, que padecía un trastorno de la personalidad, decidió darle «un escarmiento».

Según su relato, 15 años atrás Juan y su ex mujer amenazaron y escupieron a su madre, por lo que juró vengarse. En realidad, los investigadores del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, que se hicieron cargo de la investigación, sospechaban que sufría unos celos patológicos y no podía soportar que su exmujer hubiera rehecho su vida con el otro varón, su segundo marido. De hecho, los hijos de la señora ni recordaban al recluso, porque había cortado todo contacto con ellos.

El jurado popular escuchando la versión de los hechos del acusado, en 2011.

El viernes siete de agosto fue el día elegido por el asesino. Estuvo bebiendo algunas cervezas y de madrugada se coló en el aparcamiento de la víctima, a esperar que bajara al coche. En las puertas de su vehículo había unos alambres, pero al principio no quedó claro si los colocó la víctima, para que no le abrieran las puertas, o si fue el recluso que se las ingenió para despistarlo y atacarlo por la espalda. Que fue lo que hizo. Le asestó un golpe en la cara con una barra de hierro y Juan cayó al suelo, conmocionado. Después Miquel se abalanzó sobre él y lo remató en el suelo, destrozándole el cráneo a golpes.

Un joven que se encontraba en las inmediaciones presenció parte de la secuencia y salió tras los pasos del recluso. Miquel también iba armado con un cuchillo y ya en la calle quiso apuñalarlo, aunque afortunadamente no lo consiguió. Al final, fue detenido y acabó confesando el crimen. Dos años después llegó el juicio, que fue muy mediático. Pocas dudas tuvieron los miembros del jurado. En una deliberación récord (apenas cinco horas) el tribunal popular consideró probado que Miquel Serra Bosch mató a sangre fría, por la espalda y a golpes con una barra de hierro al marido de su ex mujer, Juan Molero. También que intentó matar al testigo. El juez Diego Gómez Reino le condenó a 20 años y nueve meses de cárcel y Miquel escuchó la sentencia sereno, como si ya esperara un castigo ejemplar. Era un convicto veterano y de condenas sabía bastante.