Centenares de jóvenes esperan los autocares en plena calle de una zona residencia. | R.S.

TW
21

La locura y los excesos de Platja de Palma y s’Arenal termina salpicando y afectando las zonas residenciales más próximas. Es el caso de los alrededores del Poliesportiu Municipal Toni Servera, a la altura del Balneario 4, que se ha convertido en un punto lanzadera para las ‘party boat’.

«En los bares holandeses de primera línea hacen tareas de captación y luego citan a los jóvenes aquí. Igual se reúnen unas 300 o 400 personas para esperar el autocar. La salida, dentro de lo que cabe, no es muy problemática. Pero cuando vuelven… Normalmente es a partir de las 23.30 horas aunque muchas veces es más tarde», asegura uno de los vecinos afectados que por miedo prefiere no identificarse. El mismo relata que cuando los jóvenes regresan de las fiestas en alta mar lo hacen «muy borrachos» y los más de 300 metros que recorren hasta volver a la zona estrictamente turística se convierte en un auténtico caos.

«Gritan, mean, vomitan, golpean coches. Si les pides que no hagan tanto ruído se te enfrentan, suelen ser bastante violentos y alguna vez se han vivido episodios de tensión con algunos vecinos. Por seguridad, vale más callar y aguantar pero no debería ser así. Son calles de una zona residencial», asegura este vecino.

Sin embargo, también afirma que la solución no pasa por un cambio de ubicación de estos puntos de carga y descarga: «Yo no quiero que los dejen en otro sitio quiero que se termine esto. Es muy denigrante, verlos por la calle con la cerveza en la mano y con esas vestimentas. Estamos hartos. Parecen ‘zombies’».

A los posibles conflictos y ruido que causan a su llegada durante la noche, hay que sumarle la suciedad con la que amanecen los vecinos de esta barriada: «Ahora mismo, mientras hablo con vosotros, a la salida de mi casa hay dos vomitados de ayer por la noche. Suelen dejar una gran cantidad de suciedad: vasos, latas, botellas…».

Una situación, que según explica este vecino, les condiciona el día a día: «En verano casi no salgo de casa porque me enfado mucho solo de verlos. La Policía Local nos dice que no puede hacer nada. Todo esto también lo he comunicado al Ayunamiento».