El abogado señaló que interpretó el gesto de Penalva como un elemento de coacción dentro de las actuaciones. | ALEX SEPULVEDA

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«Penalva sacó su pistola y me la puso encima de la mesa». Antonio Martínez, el abogado que representó en el ‘caso Cursach’ a Bartolomé Sbert, relató en la sesión del juicio una serie de episodios de tensión vividos en la causa y que ilustraban el clima de máxima tensión con la que se movía la causa mientras se manejaba bajo secreto. Relató un primer episodio en junio de 2017. Acudió al juzgado para intentar hacer llegar a su representado, que estaba en la cárcel calificado como preso de especial seguimiento, unos documentos. «Estaba Penalva con el testigo protegido 29 y policías de blanqueo. El testigo sale y pedí hablar con el juez. Me dijo que los policías no se iban, que eran un equipo. Esa conversación fue subiendo de tono, me decían que se había contratado matones y yo lo discutía. El tono subió y Penalva me dice a mí que no confía en la Administración de Justicia y que tenía la pistola cargada y la llevaba cuando tiraba la basura, que había encañonado a una vecina bajando la basura. Yo me acojoné».

Tras esa conversación, Martínez tuvo una charla más calmada con el entonces instructor. Unos días más tarde tuvo una segunda conversación. «Estuvo muy amable conmigo, pero en un momento dado, volvió a hablarme de amenazas a testigos y yo discutía con él. Sacó la pistola y me la puso encima de la mesa. A partir de ahí… No me lo hizo como una amenaza directa de, te pego dos tiros, ni mucho menos, pero la pistola estaba encima de la mesa. Le dije, ‘Manolo, estás contaminado, ¿quieres que te recuse?’ Me lo agradeció, pero me dijo que no».

En ese ambiente de «miedo al juez, el fiscal y los testigos protegidos» enmarcó la denuncia de Sbert de haber sufrido presiones y amenazas por parte de un policía de Blanqueo en medio de una declaración que quedó grabada en vídeo y en la que se anunció la recusación del juez. «Para protegernos teníamos que hablar y dejar constancia de nuestros temores», señaló. En ese momento acababan de aflorar los mensajes de la madame al juez. Entre ellos había otros de la testigo al policía Iván Bandera en los que este animaba a la testigo a confiar en un periodista. Martínez señaló que los aportó un año después a los policías que investigaban una revelación de secretos. También les dio una fotografía de Bandera hablando con una periodista de IB-3. Son dos de los indicios que llevaron a la detención del agente de forma independiente, según los policías, de los listados de llamadas de periodistas declarados nulos por la Sala. Con esta prueba, la Fiscalía continúa la labor de afianzar ese arresto para asegurar la validez de los chats de wasap, la prueba clave contra el exjuez y el exfiscal.

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El abogado también insistió en que denunció en varias ocasiones, tanto de forma verbal como por escrito las continuas filtraciones en la causa. «Era un daño terrible. Era propaganda e inoculaba un prejuicio contra los investigados. Todos pensábamos que eran mafia y morirán con ese prejuicio en su contra. Además daba datos a personas que luego se introducían en el procedimiento, protegidos o sin proteger. Era una espiral perfecta en la que la verdad no importaba a nadie».

El resto de declaración de la jornada, salvo una, pivotaron también en torno a la revelación de secretos. Cinco testigos citados ayer desmintieron haber sido la fuente de información del periodista Kiko Mestre y desmintieron la versión de este. Entre ellos, dos son denunciantes de Cursach y rechazaron haber proporcionado datos sobre la aparición de Pedro Horrach en la causa como abogado de un detenido. En la misma línea declararon una funcionaria de Cort y su hermana, abogada que la asistió cuando declaró como investigada. Esta empleada municipal declaró en el TSJIB que fue presionada por Penalva y Subirán para que admitiera haber recibido botellas de champán y dinero de Cursach, algo que luego ha desmentido. Esta parte fue archivada en la instrucción y solo declaró por revelación de secretos. Negó una conversación con el periodista. Su hermana, señaló que habló con él por la tarde del día de la detención pero que le dijo que ya tenía la declaración: «Me dio la sensación de que me llamó por un momento de poderío, un exceso de confianza e ir un poco de sobrado».

El último testigo del día fue un amigo personal de Penalva y a la vez de Antoni Roig, el empresario detenido en el ‘caso ORA’. Negó que el juez le pidiera que hiciera gestiones para ver si el entonces sospechoso confesaba antes de su detención, aunque sí admitió que sabía que se le investigaba: «Por conversaciones con Penalva y por intuición». Dijo que le comentó al empresario: «Toni, te están investigando en algo. Si te presentas estarás mejor». El propio Penalva en su declaración admitió que hizo esa intermediación antes del arresto y también está reflejada en los mensajes de wasap.