Imagen de archivo de una catana intervenida por la Policía Nacional. | ARCHIVO

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Un hombre irrumpiendo en un bar con una catana porque el dueño no le deja entrar en el local podría ser la secuencia de cualquier película de Quentin Tarantino. Pero ocurrió en s’Arenal durante la Nochebuena de 2021.

La Fiscalía pide ahora una pena de dos años de cárcel para el acusado por un delito continuado de amenazas y una multa de 3.600 euros por quebrantamiento de condena. El individuo tenía una orden de alejamiento de otro establecimiento que estaba situado en las inmediaciones tras protagonizar un incidente similar dos meses antes.

El hombre, según la versión de la Fiscalía, se presentó de madrugada en un bar de la calle Joaquim Verdaguer después de que el propietario no le dejara entrar porque se encontraba ebrio y supuestamente le debía cierta cantidad de dinero en consumiciones.
-Te voy a matar, yo hago lo que quiero- le dijo mostrándole una catana.

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Al día siguiente, sobre las 00.20 horas, regresó al bar y al ver que todavía estaba cerrado aporreó la barrera de acceso y la golpeó con los pies para que le abrieran mientras profería amenazas al dueño. El propietario no le dejó entrar porque no tenía el pasaporte COVID, según el Ministerio Público, y el acusado se acercó al hombre empuñando la espada japonesa y le dijo:
-Te voy a matar, te voy a cortar el cuello, hijo de puta.

El dueño llamó a la policía y el procesado huyó y se refugió en un establecimiento de al lado. A la llegada de los agentes de policía y una vez que obtuvieron la información sobre lo ocurrido, localizaron al individuo en un local adyacente y lo detuvieron por un delito de amenazas. Mientras lo atendía un sanitario siguió lanzando frases como «Mañana cuando salga de aquí voy a matar al del bar».

Los policías comprobaron que le constaba una orden de alejamiento de otro bar de las inmediaciones tras protagonizar un incidente similar el 27 de octubre de ese año. En aquella ocasión no abonó una consumición y cuando pidió otra se la negaron y amenazó a la propietaria del local. Poco después volvió con la espada de samurái arrastrándola por la acera y la dueña se encerró hasta que llegaron los agentes de la policía.