El único acusado por la estafa es la persona que, desde España, ponía la cuenta corriente nacional para que se ingresaran los fondos. | Efe

TW
1

Te ha llegado la transferencia?» En julio de 2020, una comprobación extra detectó una estafa informática con una comunidad de vecinos, su administrador y la empresa que les había hechos unos arreglos como víctimas. El fraude, por el que la Fiscalía reclama una condena de dos años de cárcel es una especie de retrato robot de las estafas en internet más frecuentes de los últimos años. Cumple con casi todos los pasos y termina con un único acusado: la persona que pone su cuenta corriente en España para que los piratas informáticos reciban los fondos y que luego les desvía la cuantía defraudada a cambio de una comisión. Se han convertido en el chivo expiatorio habitual de la delincuencia informática. Los únicos que se ponen a tiro y detrás de los cuales se ocultan los hackers que están a saber dónde.

Cuando se destapó la estafa una pericial informática detectó lo que había pasado. Los piratas habían accedido a la cuenta de correo del administrador de fincas que llevaba a una comunidad de Son Gotleu. Habían accedido a los correos intercambiados entre éste y la empresa encargada de la reforma. El 13 de julio de 2020 interceptaron un correo en concreto: en él iba la factura y el número de cuenta para liquidar el trabajo. En total 27.000 euros. El correo real nunca llegó. Sí lo hizo otro, con una dirección muy similar que incluía el nombre de la constructora, la misma cuantía y un número de cuenta de una entidad bancaria española. Nada extraño. El administrador de fincas hizo dos transferencias por 13.534,99 euros cada una. La primera el 30 de julio y la segunda el 31. Entre ambos envíos se produjo la llamada de comprobación. El dinero no había llegado. Una denuncia instantánea ante la Policía Nacional permitió que se bloqueara la segunda de las transferencias y que esos fondos no llegaran a perderse.

Los primeros 13.000 euros sí volaron. La investigación policial llegó hasta donde pueden llegar en la mayor parte de los casos: al titular de la cuenta corriente donde se hicieron los pagos. La Fiscalía describe en su calificación provisional cómo este acusado, «por sí mismo o junto a terceras personas no identificadas» tuvo que crear una cuenta de correo, interceptar el mensaje, enviar el mail falso y luego apropiarse de ese dinero para remitirlo a los cerebros.

El juicio para por la estafa informática estaba señalado para esta semana en un juzgado de lo Penal de Palma pero se suspendió en el último momento y se celebrará de nuevo en marzo. En paralelo a este procedimiento, el constructor, que ejerce la acusación particular, está pendiente de poder cobrar la factura definitiva de la comunidad de propietarios por los trabajos de hace tres años. Aquí no hay quien cobre.