Bartolomé Cursach habla sobre su detención. | Youtube Ultima Hora

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El 28 de febrero de 2017 es una fecha grabada a fuego en la memoria de Bartolomé Cursach. En Mallorca hacía semanas, quizás meses, que se rumoreaba con su detención, pero el empresario llevaba una vida normal y estaba relativamente tranquilo. Nunca pensó que esa mañana los agentes del Grupo de Blanqueo iban a irrumpir en sus oficinas, apoyados por un helicóptero y patrullas terrestres, para detenerlo delante de los suyos.

¿Cómo fue su detención?
Estaba trabajando, era poco antes de las nueve de la mañana y estaba en el Megapark. Había unas pequeñas reformas y de repente entraron cuatro policías. Me pidieron: «¿Es Bartolomé Cursach? Queda detenido». Conmigo estaba Toni Bergas y también lo arrestaron. Eran los policías del Grupo de Blanqueo. Blanca iba de jefa. El helicóptero volaba por encima y todo el Mega estaba rodeado de policías. También nuestra casa.

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¿Adónde le llevaron a continuación?
Pues a una casa de por Casablanca que en mi vida había visto, pero que según ellos hacía dos años que me hacían un seguimiento y vivía allí. En realidad, allí vivían dos señores y les confirmaron que yo no tenía nada que ver con esa casa. Es decir, los que me seguían no me seguían muy bien, por lo que se ve. Luego hicieron un registro en mi finca de Puntiró conmigo presente. Por cierto, pedí que mi abogado estuviera presente y no lo avisaron. Tenía una escopeta que estaba súper escondida porque siempre tuve miedo de que mis hijos la tocaran y que estaba en muy malas condiciones. Y yo voluntariamente la entregué. Ellos mintieron y después dijeron que la habían encontrado durante el registro. Era falso. Luego registraron habitaciones de la casa y el secretario judicial solo estaba en una de ellas, presente. Eso no pueden hacerlo. Y también fueron a mi casa de Palma, donde hacía más de diez años que no vivíamos. También fueron a la casa de mi hermana, que es vecina mía en Palma, por la zona San Cayetano. No tenían permiso, pero les dejé entrar.

¿Fueron correctos con usted?
Recuerdo que al salir de esa última casa, como mi cuñado estaba enfermo, me acerqué y le toqué el codo a uno de los policías de Blanqueo y le di las gracias por no molestarle. De repente, me soltó: «Si me vuelves a tocar te pongo los grilletes aquí mismo».