La víctima Emiliyan Petkov, de 45 años. En la imagen de la derecha, las 12 grapas que recibió . | Alejandro Sepúlveda

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–Hola, señor abogado. Tenemos un trabajo para ti. Nuestro compañero ha sufrido un intento de homicidio aquí, en la Platja de Palma, y queremos poner una denuncia contra este grupo de ocho personas que le han atacado con un cuchillo y barras de metal. Si puedes y quieres coger el caso me avisas. Nos vemos y hablamos.
El letrado Pablo Juanico recibió esta nota de voz por WhatsApp. Emiliyan Petkov, búlgaro de 45 años, había sufrido una brutal agresión el pasado 16 de septiembre sobre las 2.30 horas tras finalizar su jornada laboral en una discoteca de la calle del Jamón.

El hombre, un portero de seguridad de gran corpulencia, cubre las 12 grapas que lleva en la parte superior de la cabeza con una gorra negra. «Me quisieron matar golpeándome con barras de metal y con un cuchillo. Soy un afortunado porque sobreviví». Los médicos que le asistieron manifestaron que podría haber muerto desangrado si los sanitarios no hubieran llegado a tiempo. Un policía alemán que estaba de vacaciones en Mallorca grabó la paliza con su móvil. «Me atacaron porque expulsé del local a un grupo de rumanos que estaban robando a clientes», cuenta en inglés la víctima, ayer, sentado en una cafetería del centro comercial La Vila, en Magaluf.

«Las embestidas con el cuchillo las pude detener con esta mano», dice mientras enseña la cicatriz que lleva entre el dedo índice y el corazón de la mano derecha. Le pusieron 18 grapas. En la rodilla recibió cuatro. Emiliyan llegó a Mallorca en 2016 y trabajó como portero de seguridad en Magaluf durante siete años y lleva dos en la Platja de Palma. Nunca había tenido ningún problema. «Me querían matar. Me golpearon por todo el cuerpo. En las costillas, en el codo y solo por haberlos expulsado del local», asegura visiblemente afectado a pesar del tiempo transcurrido. El hombre tiene miedo desde entonces. «No me atrevo a invitar a mi familia a Mallorca».

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El portero, que lleva la piel cubierta de tatuajes como la puerta de una nevera, todavía tiene marcas en su cuerpo. Aún sufro dolores, pero el doctor dice que ya puedo trabajar. Emiliyan trabaja en una empresa que se dedica a la demolición de paredes. Es un hombre fuerte, pero no pudo con los ocho hombres que le abordaron. «Los conocemos muy bien porque ‘trabajan’ de día y de noche por la zona». Aquella madrugada, el portero y sus compañeros recibieron amenazas por parte de los agresores. Les dijeron que esa noche iba a morir alguien. «En ningún momento se lo tomaron en serio porque era una amenaza más y ya están acostumbrados», apunta el abogado Pablo Juanico.

Cárcel

La víctima reconoce la labor que hizo la Policía Nacional, que detuvo a cinco de ellos y uno ingresó en prisión por orden judicial, pero espera que localicen pronto al resto de implicados. «Si no están todos en la cárcel, ¿qué pasará el año que viene? No es solo por mí, sino también por mis compañeros y los clientes».
–¿Va a volver a trabajar de portero en la Platja de Palma?
–-Sí, ¿por qué no?

Los abogados Pablo Juanico y Lázaro Lúcio se reunieron con el jefe de seguridad del establecimiento de ocio tras la agresión a Emiliyan. Media hora antes de la llegada de los letrados al local, cuenta Juanico, acudieron dos intermediarios de los rumanos y les propusieron un trato. «Le dijeron: ‘Os damos 10.000 euros si retiráis la denuncia’. Mario, el jefe de seguridad, le comentó que era una decisión que tenía que tomar Emiliyan, pero que en cualquier caso era poco dinero y matizaron: ‘No lo habéis entendido, o cogéis los 10.000 euros u os matamos a todos’», concluye Juanico.