Vecinos de La Bonanova, este martes, en la curva de la calle Francesc Vidal i Sureda. | Alejandro Sepúlveda

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«Un día me encontraré un coche en mi habitación». Rebeca Benadava vive en un primer piso del número 77 de la calle Francesc Vidal i Sureda. El edificio se erige sobre una curva pronunciada en la que apenas hay visibilidad. «Los coches no respetan la señal de 30 km/h. Antes había unos contenedores de basura y los vehículos impactaban contra ellos. Desde que los quitaron derriban el muro», cuenta Roser Fuster, vecina del lugar. Los residentes están cansados de contar accidentes en los últimos años.

El pasado viernes, un Peugeot 206 que circulaba a gran velocidad causó numerosos destrozos tras estrellarse en ese tramo y los dos ocupantes se dieron a la fuga. El parachoques delantero seguía ayer allí. «La asociación de vecinos ha solicitado en múltiples ocasiones la instalación de un semáforo, badenes o luces intermitentes para señalizar la curva, pero el Ajuntament de Palma hace caso omiso», explican. «Los autobuses de la EMT, debido a su gran tamaño, invaden el carril contrario y también destrozan los muros que hay en las fincas situadas en este tramo».

Bernardo Togores reside en el edificio de la curva y ha fotografiado los desperfectos ocasionados por algunos vehículos en los últimos años. «Ya no solo son los daños materiales, sino el peligro para los viandantes porque hay una acera de medio metro y en la curva, muy peligrosa, no hay visibilidad. Hasta que no ocurra una desgracia el Ajuntament no va a hacer nada». Los vecinos de La Bonanova siguen su lucha para que se instalen badenes, semáforos o advertencias lumínicas para evitar más accidentes en ese punto.