El acusado, en el juicio celebrado en la Audiencia de Palma.  | Alejandro Sepúlveda

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Antes de sufrir las agresiones sexuales le llamaban papá. Después ya era, simplemente, Vicente. La Audiencia de Palma ha condenado a un hombre a 23 años de cárcel por violar de forma continuada a sus dos hijas menores de edad en un domicilio de Campos. El acusado, de 45 años y origen ecuatoriano, les decía que era «un hombre y necesitaba saciar el deseo que tenía a diario».

Los hechos ocurrieron entre abril de 2016 y junio de 2017, durante el tiempo que las víctimas convivieron con su padre y que la mujer de este se marchó a Bolivia. «Es importante este dato porque los abusos comenzaron cuando era más fácil cometerlos, precisamente cuando la esposa del procesado se fue de viaje y aprovechando que cada una de las hermanas tenía su propia habitación», indica la sentencia de la Sección Primera que obliga al hombre a indemnizar a cada una de sus dos hijas con 12.000 euros por daños morales.

El hombre, según consideran probado los jueces, entraba en el dormitorio de sus hijas para violarlas. Las amenazaba con que si contaban lo que hacía las separaría y las enviaría a centros de acogida. A la menor, en una ocasión, le dio la pastilla del día después para evitar un embarazo. «Las hermanas no habían hablado entre ellas, seguramente porque la una estaba protegiendo a la otra, puesto que las amenazas del padre siempre fueron de dos tipos: relacionadas con separarlas y que serían llevadas a centros de acogida o que si no consentían se lo haría a la otra hermana», recoge la sentencia.

«Verborrea imparable»

El acusado negó todo en el juicio. Se presentó como «un salvador», una persona «honesta» que trajo a las niñas a España «para evitar que salieran embarazadas o descarriadas». La sentencia recoge que el hombre cargó contra sus hijas «de manera injustificada» y que en «una verborrea imparable las trató de caprichosas y malcriadas».

El apunte

Las niñas denunciaron a su padre al ir a vivir con sus tíos a Palma

Las víctimas de las agresiones sexuales denunciaron a su padre cuando se fueron a vivir con sus tíos en junio de 2017. «Se intentó dar normalidad a un hecho absolutamente extraño y es que las niñas pasaran a vivir con sus tíos en Palma», indican los jueces. «Este dato tiene, al parecer de la Sala, como única explicación lógica la situación abusiva que sufrían y no los problemas domésticos que pudieran tener en la familia». El acusado contó que se fueron a Palma con sus tíos «porque yo soy pobre, según ellas, y no querían hacer nada en casa».