Bartolomé B., en el juicio, el pasado septiembre. | Guillermo Esteban

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Bartolomé B. no para de acumular condenas. Casi siempre por robos. La última que ha recibido ha sido de un año de cárcel por sustraer en un restaurante de Palma una mochila que contenía un dron valorado en 1.049 euros, una cámara GoPro y varias tarjetas de memoria. El delincuente tendrá que indemnizar al perjudicado con 1.709 euros por los efectos sustraídos y no recuperados.

Los hechos se produjeron sobre las 11.20 del 4 de septiembre de 2020. Según la sentencia, Bartolomé B. accedió al restaurante Noveno B, situado en la calle 31 de Diciembre. El establecimiento se encontraba abierto porque estaban realizando labores de mantenimiento. El ladrón se dirigió hasta la barra y se apoderó de la mochila.

El acusado reconoció en el juicio que aquel día había consumido droga y que no se acordaba de nada. El propietario del local declaró que en el momento en el que ocurrió el robo había personal de cocina y técnicos de extinción de incendios que entraban y salían para cargar y descargar material. Las cuatro cámaras de seguridad del Noveno B grabaron la acción.

«En todas y cada una de las grabaciones se aprecia con una certeza absoluta la participación del acusado, que recordemos no ha negado. Y es que las características físicas del hombre, tanto de complexión, pelo moreno largo, edad y estatura, coinciden plenamente con la persona que aparece en las imágenes», indica en el fallo la titular del Juzgado de lo Penal 6. La resolución hace hincapié en la «extensa hoja histórico penal» de Bartolomé B. y destaca que es «reveladora de peligrosidad criminal».

La magistrada ha tenido en cuenta a la hora de justificar la pena la atenuante de toxifrenia por la grave adicción a las drogas que sufre y la agravante de reincidencia. Bartolomé B., que se encuentra en prisión, fue enjuiciado de nuevo, ayer, en el juzgado de lo Penal 5 por un robo en la pastelería Ca na Cati de la plaza de Cort.

La Fiscalía sostiene que el 19 de octubre de 2020, sobre las 1.30 horas, forzó la puerta de acceso al local y, una vez dentro, utilizó tijeras y varios cuchillos para abrir la caja registradora para llevarse 350 euros. Las cámaras lo grabaron. Otra vez. Él, defendido por el abogado Miguel Ángel Ordinas, lo negó todo.