Forteza-Rey duda de los efectos reales de la sentencia. | Alejandro Sepúlveda

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Manel Forteza-Rey Riesco (Palma, 1973) después de casi ocho años de lucha respira algo más tranquilo. La Justicia le ha dado la razón al condenar a todos los padres que utilizaron tretas durante el proceso de escolarización 2013/2014 para que sus hijos fuesen admitidos en el colegio Sant Francesc.

¿Cómo valora la sentencia?
— De manera positiva, ya que se demuestran los hechos. Quedan claras estas corruptelas que hicieron los imputados para tener plaza, algo que tanto el colegio como la Conselleria d´Educació siempre habían negado. Aunque desde el punto de vista de la condena creo que es insuficiente. En el momento que toque pediremos la ejecución de la pena y que los sentenciados entren en prisión. Que el castigo acabe en una sanción económica puede que tenga efecto llamada más que disuasorio.

Aún no es firme el fallo y se puede recurrir.
— Cierto. Y de hecho nosotros vamos a hacerlo. No nos parece coherente que los niños estén en el colegio después de cometer un delito sus padres, deberían ser expulsados y eso ha sido rechazado por la magistrada. Es como si robas en un banco y no hace falta que devuelvas el dinero.

¿Habrá ahora padres que tengan miedo si intentan hacer algo así?
— No creo que los padres a los que le ronde en la cabeza llevar a cabo alguna irregularidad en los próximos meses en el proceso de escolarización tengan miedo tras la sentencia. Si me preguntaran qué tienen que hacer no sabría que decirles. Da la sensación de que vale la pena pagar una multa pero que tu hijo vaya al colegio que tú quieres aunque no tengas los puntos sucientes.

Después de ocho años de lucha, ¿qué sensación le queda?
— Para mí la victoria ha sido llegar a juicio y no la sentencia. Es una cuestión moral. Yo ya no me voy aprovechar si las cosas mejoran a partir de ahora, pero no me podía permitir que esto siguiese funcionando así.

¿Faltó alguien por sentarse en el banquillo de los acusados?
— Por supuesto. Había más casos ese año. Y no es que lo diga yo, sino que hay un auto que lo certifica.

¿Volvería a meterse en un proceso tan largo?
— He de confesar que cuando hice el recurso, allá por el año 2013, pensaba que esto iba a durar diez días, nunca podía imaginar que llegaría hasta casi ocho años. Pero la resolución me llegó dos años después. Y hasta que se ha celebrado el juicio en un Penal de Palma, otros cinco. Si el caso se ha prolongado tanto en el tiempo ha sido porque así lo han querido las distintas administraciones.

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¿Qué me dice de la Conselleria d'Educació?
— Lo de la conselleria es muy decepcionante. La obligación de investigar todo esto es suya y no mía y no han hecho nada. La administración, cuando se enteró por mí de lo que estaba ocurriendo, no excluyó a nadie e intentó mantenerlos en el centro a pesar de todo.

¿Y de los funcionarios?
— Tenían la obligación, por el puesto que ocupan dentro de la consellería, de perseguir este tipo de delitos y, por tanto, denunciarlos. Un padre se presentó allí, les confesó lo que había pasado y no hicieron nada.

¿Qué papel juega en todo esto el colegio Sant Francesc?
— La conselleria debería haber sancionado al colegio al saber lo que ocurría y no hicieron nada. Con algún tipo de castigo económico a los centros que incumplan la normativa seguro que se acabaría la complicidad con estas triquiñuelas.

¿Cree usted que en el colegio estaban al tanto de todo?
— El colegio no es que lo sepa, es que directamente colabora en ello. A los padres no les interesa cómo entrar, el objetivo es conseguir plaza. En el centro no se leyeron ni un solo certificado médico. Había padres que presentaban informes de enfermedades que no recogía la conselleria y aun así conseguían los puntos. Y todo esto lo hacen en el centro porque cuentan con la complicidad de la conselleria, ni más ni menos.

¿Y qué mas tipos de falsedades conoce que hagan?
— Tengo testimonio de gente que ha conseguido puntos como exalumnos sin haber cursado estudios en el centro.

¿Va a seguir luchando?
— Quiero dejar claro que mi lucha no ha sido contra los padres. Yo no pretendo demonizar a nadie. Mi objetivo es que esto no pase en el proceso de escolarización y me atrevería a decir que en ningún otro ámbito. Es vox populi que esto se ha hecho siempre. Estas cosas se han de tomar en serio. Veremos si cambia algo.

¿Ha recibido alguna felicitación en las últimas horas?
— La verdad es que sí, más de las que me esperaba. También tengo que decir que alguna que otra crítica, centradas en por qué me había metido en un tema así. Pero alguien tiene que ponerle el cascabel al gato.