Fachada del hotel. | Michel's

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El cuerpo sin vida de Elena Polischuck, una turista ucraniana de 29 años, fue hallado la mañana del 16 de julio de 2011 en la habitación 527 de un hotel de s´Arenal de Llucmajor. No tenía signos de violencia. Tampoco se encontraron pastillas ni alcohol en el cuarto. Todo apuntaba a una muerte natural y el asunto no se investigó. En esa misma estancia, la 527, se hospedó tres días después Tayed Belghaouti, un visitante francés que unas semanas antes había cumplido 25 años. El 24 de julio falleció tras varios días ingresado en la UCI. Al igual que Elena nada hacía indicar que hubiese mano criminal detrás de su muerte ni que él mismo decidiera poner por su cuenta punto y final a su existencia. Meses después se supo el motivo de ambas muertes: la clave de todo estaba en la rejilla de ventilación.

Tras los dos fallecimientos el hotel continuó funcionando con total normalidad. Se pensó que las dos muertes fueron fruto de una terrible casualidad. Hasta que otro turista estuvo a punto de correr la misma suerte que Elena y Tayed. En ese momento la dirección del establecimiento ordenó desalojar y precintar el inmueble, que en ese instante albergaba a cerca de 300 turistas. El hotel quedó cerrado para someterse a distintas evaluaciones, al mismo tiempo que se iniciaba una investigación judicial.

Casi diez años después dos antiguos propietarios del hotel se sentarán en el banquillo de los acusados en un juzgado de lo Penal de Palma. Se les imputa un homicidio imprudente. La autopsia reveló que la muerte de los visitantes fue provocada por la inhalación de monóxido de carbono.

La habitación 527, situada en última planta, acumuló esos fatídicos días veinte veces más de CO del permitido. El falso pilar que recubría la totalidad de la tubería desde la caldera hasta la azotea se encontraba en mal estado. Y nadie hizo nada por poner remedio a ese problema, que acabó costando la vida a Elena y Tayed. El cuarto disponía de dos rejillas, una para el aire acondicionado y otra para la ventilación. La proximidad de todos los conductos, sumado a que el habitáculo se encontraba en la última planta, fue el motivo por el cual el monóxido de carbono hizo acto de presencia allí, provocando el fallecimiento de los dos turistas e hiriendo de gravedad a un tercero, que por fortuna pudo salvar la vida.

Anomalías

Una ardua investigación constató que existían graves anomalías en la caldera y eso hizo que emanaran gases nocivos en un nivel muy superior al permitido legalmente. Se comprobó que la instalación no tenía el preceptivo contrato de mantenimiento ni había pasado las revisiones legalmente establecidas.

El hotel cambió de propietario en diciembre de 2010, meses antes de que ocurrieran los hechos. La Fiscalía imputó a ambos empresarios. Al que lo regentaba en el momento de los trágicos sucesos, ya que no llevó a cabo ninguna inspección de las instalaciones, y a su antecesor, que explotó el hotel durante años y que fue el encargado de la reforma. Este último, según el ministerio fiscal, no se preocupó de adecuar la chimenea interior ni tampoco valoró el riesgo de poner en marcha una instalación de climatización tan cercana a dicha chimenea.

Ahora, en 2021, a unos meses de cumplirse diez años de las muertes de Ana y Tayed, los dos hoteleros serán juzgados en Palma. Además de pena de prisión por un delito de homicidio imprudente se solicita para ellos que indemnicen en más de 150.000 euros a las familias de Elena y Tayed.