Tras pasar la noche en los calabozos de la Jefatura de Policía por un «malentendido», rompe su silencio y nos ofrece su versión de los hechos. | Julio Bastida

TW
123

Ángel Dario Ariza, conocido popularmente como ‘El Justiciero de La Ribera’, tiene 21 años y vive con su abuela en la urbanización de Sometimes, en Palma.

Tras pasar la noche en los calabozos de la Jefatura de Policía por un «malentendido», rompe su silencio y nos ofrece su versión de los hechos. «Eran las 22.15 horas y venía de celebrar mi cumpleaños. Iba por la calle Samil cuando de reojo pude ver a una pareja que estaba fuera del coche dale que te pego (manteniendo relaciones sexuales en vía pública). No me lo pensé dos veces, me fui hasta donde estaban ellos y les llamé la atención. Es inconcebible practicar sexo en la calle y frente a un colegio», comenta Ángel.

Violencia

A partir de ese momento, según nuestro protagonista, se complicaron las cosas. «Les dije que si no paraban iba a llamar a la Policía Nacional. Es más, hice el amago de llamar con el teléfono móvil. Acto seguido, la chica se metió en el coche avergonzada y no dijo nada. El hombre, que era alto y corpulento, vino muy envalentonado a por mí y me tuve que defender. Yo tengo conocimientos de artes marciales y no me quedó más remedio que darle un par de hostias. Le estuve pegando hasta que dijo basta. En ese momento, me paré», relata ‘El Justiciero de la Ribera’.

Noticias relacionadas

«Le pregunté varias veces cuántos años tenía la chica. Parecía menor, una niña. El hombre me dijo que tenía 15 años. Mi reacción al escuchar eso fue llamarle pederasta y llamar a la policía para que lo detuvieran. En un momento de despiste se subió al coche y trató de darse a la fuga. Así como pude me enganché a su camisa y al volante. Sin mediar palabra el conductor aceleró mientras trataba de empujarme para tirarme. Recuerdo que no paraba de gritarle para que detuviera el coche. Es más, en varias ocasiones intenté quitar la llave del contacto pero era un Audi de los nuevos y no tenía llave. Al final, nos empotramos contra un coche que estaba estacionado en la calle y una batería de contenedores de basura», apunta Ángel Dario.

A la llegada de las primera patrullas policiales, nuestro protagonista, fruto de los nervios y de la tensión, comenzó a vomitar y a sentirse mareado. Una ambulancia se lo llevó al hospital de Son Espases.

Una vez atendido, el joven fue conducido a los calabozos por un presunto delito de lesiones. Tras pasar a disposición judicial y explicar al juez todo lo sucedido, el magistrado lo dejó en libertad con cargos.

«Quiero que quede muy claro que yo en todo momento me defendí, pero si soy más fuerte que él, ese no es mi problema», concluye.