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Los acusados de intentar matar a un policía que fue a entregar una citación judicial a su casa han contradicho este martes la versión de la Fiscalía y han sostenido que fue el agente quien les agredió, y que las lesiones se las provocó él mismo de manera accidental.

Así lo han manifestado en el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. El acusado son padre e hijo, y la Fiscalía pide para cada uno de ellos 13 años de cárcel por un delito de homicidio en grado de tentativa.

Dos atrincherados tras agredir a un policía que presentaba una notificación en Palma

Los hechos tuvieron lugar en mayo de 2018, cuando el policía acudió a la casa a entregar una citación judicial para el padre. Éste ha asegurado que el agente se negaba a salir de su casa y que fue el policía quien le intentó pegar un puñetazo.

El hombre también ha acusado al agente de haber empujado a su hijo, y ha reconocido que entonces le amenazó diciéndole «como vuelvas a tocar a mi hijo no sales vivo de aquí» mientras le insultaba.

Además, padre e hijo han negado que agredieran al agente y han atribuido sus lesiones a que, según su versión, se cayó y se golpeó con una cadena. «Se lo merecía», ha apostillado el padre, que ha desmentido que quisiera acabar con la vida del policía y ha declarado que «el informe médico lo han falsificado».

Igualmente, el padre ha asegurado que el agente le dijo antes de irse «ahora vendrán mis amigos» y después llegaron helicópteros y «200 policías». Sin embargo, ha rechazado que se atrincherara en su casa, diciendo que dejó pasar a la Policía cuando le presentaron una orden judicial.

Al inicio de su declaración, el padre ha denunciado ser víctima de un supuesto «montaje» y ha dicho que «hay declaraciones falsas en el procedimiento», motivo por el que ha dicho no estar contento con su abogado. En su turno de última palabra ha insistido en estos argumentos.

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Por su parte, la víctima ha mantenido su relato. El agente ha contado cómo llegó a la casa y enseñó su placa como hace habitualmente. Iba de paisano y se había desplazado en un vehículo de la Policía 'camuflado', es decir, sin distintivos.

Según ha indicado, cuando dijo que iba a entregar una citación, el hombre le «empezó a insultar», por lo que quiso dejarle el documento en la verja, pero cuando se le acercó el hombre se mostró más agresivo, conminándole a marcharse «de su terreno» y diciéndole que le iba a matar.

Así, la víctima ha contado que el padre le atacó con una barra de metal por la espalda, y que posteriormente apareció el hijo y le dio dos patadas, una en la mandíbula. Después el joven le inmovilizó mientras el otro le golpeaba en la cabeza con la barra. «Yo vi que me mataba», ha manifestado, explicando que sangraba abundantemente por la cabeza.

Finalmente la víctima pudo zafarse y meterse en el coche, y se apartó 100 metros. No se atrevió a conducir más porque se sentía mareado y tenía miedo de perder la conciencia. Por ello, llamó a su jefe por teléfono y pidió auxilio. La víctima ha sufrido secuelas por síndrome postraumático y aún no ha recibido el alta.

Dispositivo policial

La Policía Nacional organizó un dispositivo alrededor de la casa. Según han contado los agentes que intervinieron, se procedió de este modo porque los acusados amenazaban con utilizar una escopeta y un machete contra ellos, y desconocían si realmente tenían armas. Teniendo en cuenta que había viviendas colindantes, se decidió acordonar el inmueble.
Uno de los agentes ha declarado que a llegar encontró a su compañero con la cara llena de sangre, y que los acusados tenían «actitud chulesca». Según otro de los policías, el padre dijo que la víctima era «un perro» que «se le había escapado» y que «lo tendría que haber matado».

Este policía se ha mostrado convencido de que el padre había pensado que la citación era para otra cosa y no para un juicio por delito leve, porque expresaba continuamente «que le querían quitar la casa». «Intenté hacerle entender que estaba equivocado, pero se cerró en banda», ha contado. La Policía envió un negociador, pero tampoco pudo entablar conversación con los acusados.

Al concluir el juicio, la Fiscalía ha mantenido su petición de cárcel al considerar que ha quedado acreditado el ánimo homicida de los acusados. Por su parte, las defensas han pedido la absolución, o, en todo caso, consideran que calificar los hechos de tentativa de homicidio es «desorbitado» y han apuntado a un posible delito de lesiones.