Ejercicios de entrenamiento del grupo canino de rescate de los Bomberos de Mallorca. | Alejandro Sepúlveda

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Nanson, un atlético cruce de pit bull de color canela, se encontraba enjaulado en el corredor de la muerte de la perrera de Son Reus hace solo seis meses. El primero en la cola para ser sacrificado al estar considerado como perro potencialmente peligroso (PPP). Uno de los canes que participó en las labores de rescate de Sant Llorenç, Perry, cayó enfermo de cáncer y su dueño, Pepe Martín, necesitaba otro animal para trabajar en el rescate de personas.

El bombero acudió a Son Reus, miró la lista de los que iban a sacrificar y se topó con Nanson. Observó sus aptitudes en un recinto, realizó una serie de ejercicios con juguetes y vio que sufría cierto estrés. Volvió una segunda vez y comprobó que se relacionaba con otros perros sin problema. La tercera visita fue con sus hijos, que jugaron con él, y certificó que era un animal muy sociable.

«Un perro potencialmente profesional (PPP)», asegura Martín, coordinador del Grupo Canino de Rescate de los bomberos de Mallorca. Lo salvó. «Los perros que catalogan como peligrosos cuestan más de sacar y lo que hago es llevármelos para trabajar y que salven vidas. Así les cambio el significado de las siglas. No es la raza, es la actitud».

Perry murió el pasado 11 de abril por su enfermedad. Tenía ocho años y será recordado por su heroica actuación en la catástrofe de Sant Llorenç. «Ya lo echo de menos», comentaba el hijo de Pepe Martín, a principios de esta semana, en el polígono de Son Bugadelles de Santa Ponça.

PALMA.

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El equipo, compuesto por cinco funcionarios y seis avezados canes -cuatro hembras y dos machos-, se creó en el año 2007. Los bomberos cuentan con un complemento salarial para cubrir parte de los gastos de los animales, como veterinario y comida.

Los efectivos de la unidad, Pepe Martín, Roberto Coll, Biel Bleda, Guiem Mas y Xisco Raja, se encargan de adiestrar a los perros. «Estamos dentro del protocolo de emergencias del 112 y siempre que hay una persona desaparecida se activa el Grupo Canino de Rescate. Actuamos tanto en grandes áreas como en estructuras colapsadas por el derrumbe de edificios».

Los perros fueron de gran ayuda en operativos como la tragedia de Sant Llorenç o en la búsqueda de Malén. El trabajo de los canes consiste en localizar a las víctimas o averiguar si han pasado por el lugar. Buscan su pista. Rastrean en función de las pisadas y en ocasiones el viento se convierte en un aliado perfecto para dar con el desaparecido.

Los perros Linda, Mora, Duna, Llop, Perry y Ombra participaron en las labores de búsqueda tras la torrentada. «Les apretamos un poco por el niño desaparecido [Arthur]. Había mucho barro, zarzas, cañas y combustible de vehículos. Quedaron con las almohadillas quemadas por la gasolina. Todos pasamos por el veterinario», recuerda el bombero Roberto Coll.

Los animales conviven con sus propietarios cuando no están de guardia. Son un compañero más. El último en incorporarse, Nanson, de cuatro años, está aprendiendo a rescatar personas. Él fue rescatado de la perrera de Son Reus cuando iba a ser sacrificado.