Imagen de algunos de los wasaps del fiscal Subirán, el Grupo de Blanqueo y el juez Penalva.

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Los sobrecogedores cientos de wasaps a los que ha tenido acceso en primicia Ultima Hora desvelan, por ejemplo, que el fiscal Miguel Ángel Subirán reconoció a uno de los investigadores del Grupo de Blanqueo que «no hay causa, que todo lo que hay del capo (Bartolomé Cursach) son rumores». En ese momento, el empresario de la noche acababa de ingresar en prisión acusado de 16 delitos gravísimos.

En los grupos de Whatsapp reconstruidos ahora por la Policía Nacional, tras meses de investigación, queda acreditado que el juez Manuel Penalva, el fiscal Subirán y el Grupo de Blanqueo recurrieron a amenazas, coacciones y cometieron continuos delitos en la instrucción del ‘caso Cursach’ y de la corrupción en la Policía Local de Palma.

Los mensajes entre la supuesta élite de la Policía Nacional de aquella época y el juez y el fiscal son, en muchas ocasiones, de un tono chabacano impropio de funcionarios de esa categoría (con alusiones a episodios sexuales y comentarios homófobos) y destilan, sobre todo, una crueldad que ha llamado la atención de los investigadores. Con el expolítico del PP Álvaro Gijón son especialmente humillantes: «Son unos hijos de puta, hay que machacarlos. A este, si tienen huevos de hacerle dimitir y dejar su acta de diputado, hay que detenerlo con esposas. Sin miramientos. Operación policial en toda regla me cago en la puta, que la Guardia Civil nos come la tostada en estas cosas», escribe un subinspector a sus compañeros de chat. También hay comentarios fuera de lugar contra la madre de Gijón, que fue detenida en la operación y después quedó en libertad.

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Otra perla de cómo actuaban con los testigos que no «colaboraban» lo suficiente llega en un mensaje del chat en agosto de 2017, cuando presionan a una prostituta que declaró sobre las supuestas fiestas de Tito’s: «Que reconozca lo de calle Cataluña o nos fundimos a su madre, ¿no?».

Otro episodio evidencia la connivencia perversa con algún periodista, al que utilizaron para «aplastar» la reputación de muchos imputados: «Hay que acelerar investigación finca Rodríguez (refiriéndose al expolítico del PP) donde cultivaba droga. El periodista ya lo sabe pero le he pedido que no lo publique», wasapean en julio de 2016, para continuar: «Y el lunes pásale algo al periodista, porque si no lo tiene mascado no saca nada». El juez y fiscal, finalmente, le escriben directamente al citado redactor: «Luego te llamo desde una cabina».

Con Toni Roig, empresario detenido por el caso IME, son especialmente crueles: «Hay que filtrarlo para que Toni Roig (entre esto y lo de la semana que viene) se ponga nervioso y cague caldo».

Pero, sin duda, uno de los párrafos del informe de la Policía Nacional más inquietante es cuando uno de los agentes de Blanqueo, el favorito de Penalva y que tenía un poder casi ilimitado a pesar de ser policía raso, cuenta, en marzo de 2017, que ha estado hablando con Subirán: «Menuda conversación con el fiscal, está que se le va la pinza. Que no hay causa, que va fatal, que no ha llegado nadie para hablar de Cursach, que va a pedir la libertad, que si no es por el arma (que encontraron en su finca) no pide prisión, que esto va de polis corruptos, que todo lo que hay del capo son rumores y él no ha hecho nada».