Imagen de archivo del exterior del centro penitenciario de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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La cárcel de Palma vivió este viernes momentos de tensión. Un preso conflictivo agredió por la mañana a un funcionario de la prisión al intentar fugarse del centro. El interno, un hombre de nacionalidad argelina, se encuentra en el departamento de aislamiento. Está en situación de primer grado, el régimen penitenciario más restrictivo. Dispone de dos horas de patio diarias y el resto de tiempo permanece encerrado en su celda, aislado.

El recluso, que tiene vínculos con el islamismo más radical, según fuentes penitenciarias, ha protagonizado numerosos incidentes graves y por este motivo está en un departamento cerrado. Ha puesto en peligro la seguridad del centro y de los propios trabajadores.

El joven, atlético y muy corpulento, aprovechó la salida al patio para subirse a una puerta y escalar un muro. Al llegar arriba se quedó enganchado en la verja de seguridad, un alambre de cuchillas. Los trabajadores que prestaban servicio en el lugar impidieron la huida del sospechoso sin que su integridad física corriera peligro. Tuvo heridas leves. El interno, tras comprobar que su plan había fracasado, se arrojó contra un funcionario, que sufrió un fuerte golpe. Tuvo que ser atendido por un médico en urgencias. Desde el sindicato UGT-Prisiones denuncian «la peligrosidad que se vive en la cárceles españolas, con ataques diarios. Los trabajadores penitenciarios estamos doblemente agredidos. Por los internos violentos y por la propia Administración, que hace caso omiso a nuestras peticiones. Sin ir más lejos este recluso no tiene ningún tipo de vinculación con Mallorca y se ha pedido en reiteradas ocasiones su traslado a algún centro peninsular».

Enfermería

El sindicato también lamentó que el pasado lunes se produjo otro episodio violento en el interior del centro penitenciario de Palma que estuvo a punto de acabar en tragedia. Un hombre de unos sesenta años de edad se roció con alcohol en la enfermería y se agarró a unas bombonas de oxígeno.

El recluso amenazó con una cerilla a los funcionarios diciendo que se los iba a llevar por delante. Los trabajadores intervinieron rápido para evitar que provocara una explosión.