El acusado, custodiado por un policía, en la Audiencia. | Guillermo Esteban

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Las dos forenses que han declarado este miércoles en el juicio por el asesinato en 2015 de una mujer a manos de su vecino en el barrio palmesano de Es Fortí han asegurado que la causa de su muerte se debió a «una estrangulación por cierre de vía área», que el acusado, probablemente llevó a cabo con el antebrazo, mientras le tapaba la boca.

Así, han descartado que la muerte se hubiera producido mientras el joven, que en el momento de los hechos tenía 23 años, la arrastraba hasta la habitación donde la dejó y que, posteriormente, prendió fuego.

Según han explicado, durante la segunda sesión de este juicio, la autopsia apunta a que además de los repetidos golpes en la cara, el estrangulamiento, que le habría provocado la muerte, y las lesiones por carbonización, hubo «violencia controlada por intimidación» ya que se han encontrado «heridas muy pequeñitas» realizadas con «algún objeto de punta y filo», así como «manchas de proyección», de movimientos veloces, en distintos lugares de la escena.

También descartan que la víctima hubiera fallecido debido a la inhalación de humo porque no tenía ni en la cavidad oral ni en la vía respiratoria y sus quemaduras «no presentaban reacciones vitales».

Por su lado, en la primera sesión del juicio, que tuvo lugar este lunes, a M.A.R.P, reconoció los hechos y destacó que no tenía «intención de matarla». Dijo también que había consumido alcohol y sustancias estupefacientes que había mezclado con un tratamiento de ansiolíticos y antidepresivos.

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Además, explicó que no recordaba haber provocado el incendio del colchón y que tampoco tenía intención de robar, aunque sí admitió llevarse dinero de la casa y otros objetos de valor.

Según el relato del Ministerio Fiscal, tras matar a su vecina a quien conocía desde la infancia, robó distintos objetos de valor de su vivienda y la prendió fuego, aunque sabía que en el edificio había tres viviendas más ocupadas, una de ellos por familiares suyos.

La Fiscalía mantiene que tras matar a la víctima, registró la vivienda y se llevó una cantidad indeterminada de dinero, un reloj y una pulsera. Acto seguido, arrastró el cuerpo de la víctima hasta su dormitorio y prendió fuego el colchón. Esparció el contenido de botellas de licor y abrió las espitas del gas para que el fuego se propagase más rápido.

El cuerpo de la víctima acabó carbonizado parcialmente y el colchón del todo, así como algo de ropa y el somier, pero no llegó a más por la falta de oxígeno al estar puertas y ventanas cerradas.

Por esto, el Ministerio Fiscal pide para el acusado 40 años de cárcel y una indemnización de 20.000 euros a cada uno de los dos hermanos de la víctima.