El acusado volvió a ingresar en la cárcel de Palma el miércoles por la tarde. | Alejandro Sepúlveda

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«No está rehabilitado» y «no es apto para disfrutar de beneficios penitenciarios». Esas fueron las dos conclusiones a las que llegó la Junta de Tratamiento de la cárcel de Palma cuando valoró el caso de Antonio L.M., el violador reincidente detenido por otro ataque sexual a una niña en la comarca de Inca.

Este viernes se agudizó la polémica por el caso del preso de 26 años que en contra de la opinión de los profesionales de la cárcel consiguió el tercer grado y permisos por una decisión de la jueza de Vigilancia Penitenciaria.

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Antonio L.M. fue condenado en septiembre de 2011 a cinco años y nueve meses de cárcel por dos agresiones sexuales cometidas el mismo día en las inmediaciones de la estación del tren de Es Figueral, en Marratxí. Con una hora y media de diferencia, el joven secuestró a dos menores, las condujo a un descampado y abusó de ellas, aunque en el último caso fue en grado de tentativa.

Durante su ingreso en prisión, la Junta de Tratamiento evaluó en distintas ocasiones al convicto, que nunca mostró arrepentimiento.Siempre se le denegó cualquier beneficio penitenciario, a pesar de que en marzo de 2016 estaba previsto que quedara en libertad.

Los informes tuvieron en cuenta el trastorno mental que padece el preso, y que dificulta su reinserción. Hace dos meses y medio, Antonio L.M. recurrió la negativa a dejarle tener permisos y la jueza de vigilancia penitenciaria decidió darle el tercer grado. Ingresó en el CIS, donde sólo iba a dormir, y a principios de mayo violó a una niña de 14 años en un pueblo de la comarca de Inca.