El robo fue perpetrado en la calle Cardenal Rossell durante el mes de abril. | Vasil Vasilev

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La detención, el pasado jueves, de la banda de butroneros acusada del robo en la joyería María José del Coll d’en Rabassa ha supuesto un gran alivio para los dueños de la joyería. Sin embargo, no ha puesto punto y final al suplicio que han vivido durante los últimos meses.

Este negocio, que ha sido regentado por Fina Vicens durante los últimos 45 años, cierra sus puertas aunque permanecerá abierta otra joyería que tienen desde hace diez años en la misma zona. Tras perder cerca de 400.000 euros en material tan solo han conseguido recuperar 71 relojes valorados en unos 2.000 euros, aunque esperan que la Policía Nacional localice el resto del botín. Además cabe recordar que los agentes no se explican porque la alarma de seguridad no funcionó cuando se abrió el boquete en la pared y sí al entrar las dueñas dos días después. Fina declarada consternada que «La alarma no respondió, los de Trablisa deben saber por qué pero no nos lo quieren decir».

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Del día del robo recuerdan ante todo la sensación de entrar en el establecimiento y ver las vitrinas y la caja fuerte completamente vacías. «Cada vez que veo la caja fuerte me pongo enferma recordándolo todo», relata la propietaria al recordar las numerosas joyas que sustrajo la banda. Ahora, pasados unos meses y tras la detención del grupo, se siente más tranquila y dispuesta a hablar de lo sucedido a pesar de las grandes pérdidas económicas.

Declaran que no van a poder recuperar nada ya que no tenían seguro de robo, ya que lo anularon porque «era demasiado caro y no nos cubrió una vez que lo necesitamos».