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La Guardia Civil ha concluido que Jaume Mayol estranguló hasta la muerte a su exmujer cuando ella le comunicó que no había marcha atrás en su separación. Los investigadores también han llegado a la conclusión de que el posadero de Sóller no tenía intención de asesinar a María Rosa Martínez Deyá, pero que 'enloqueció' cuando comprendió que no podía recuperarla.

La relación de la pareja hacía tiempo que iba mal, pero en los últimos meses se había deteriorado de forma muy rápida. Jaume y María Rosa tenían dos hijas y el entorno de ella apunta a que estaba aguantando por las pequeñas. Hace una semana, sin embargo, la asistenta social decidió marcharse de la casa que compartían, y se mudó a una vivienda del Port de Sóller con la niñas y su prima.

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A Jaume le explicó que necesitaba tiempo, pero él siguió acosándola. Estaba obsesionado por los celos, y por la posibilidad de que ella rehiciera su vida con otro hombre. El sábado ya intentó suicidarse con la ingesta masiva de pastillas, pero los investigadores no descartan que se tratara de un intento desesperado de llamar su atención y conseguir una reconciliación. María Rosa, en cambio, lo tenía cada vez más claro. Ese día ya acudió al cuartel de la Policía Local de Sóller y el lunes fue citada en la Guardia Civil. Ya no había marcha atrás en su decisión de separarse, pero quería hacer el menor daño posible a sus dos hijas. De ahí que la mujer rechazara la protección policial.

La llamada

Uno de los pocos aspectos claves que no está aclarado al cien por cien es por qué María Rosa visitó después del cuartel a su esposo, en la finca de Can Prohom, donde él era el posadero. Los investigadores han pedido un listado completo de las llamadas de los teléfonos de él y de ella, pero la principal hipótesis apunta a que él la apremió para que fuera a la casa. Allí le insistió en que le perdonara, pero la mujer no quiso. Fue entonces cuando se ofuscó y la lanzó contra un clavo de la pared. Después la inmovilizó y la estranguló con una cuerda. Acto seguido, se pegó un tiro.