Marcos Ferragut trabajaba como carnicero en un supermercado de Campos. El viernes por la mañana fue detenido tras el crimen. | Alejandro Sepúlveda

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Se conocieron hace nueve meses, en un pub de Campos. Marcos Ferragut, palmesano de 53 años, buscaba cocaína y reparó en Rafel Gaspar Miralles, un joven de Montuïri de 22. A partir de esa noche, entre los dos varones se creó un vínculo especial, que giraba alrededor de las drogas, las mentiras y el sexo.

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El carnicero de Campos llevaba una doble vida. Salió doce años con su novia y el año pasado se casó con ella. Sin embargo, al poco tiempo se encaprichó con Rafel Gaspar, que supuestamente le suministraba la cocaína. Se veían cuatro o cinco veces al mes, al principio, y después el hombre y el muchacho comenzaron a quedar más a menudo. El ritmo de vida de Marcos le complicó mucho su economía doméstica, y comenzó a vender joyas familiares, por valor de 30.000 euros. La cocaína, sin embargo, es un vicio caro y cada vez estaba más enganchado. La mujer de Marcos, que es bastante más joven que él, empezó a sospechar y el carnicero se puso nervioso. Las cosas se estaban torciendo y su doble vida estaba a punto de ser descubierta. El carnicero, empero, no supo frenar a tiempo. El jueves le comunicó a su esposa que no dormiría en casa porque se iba de copas «con los amigos».

En realidad, había quedado con Rafel Gaspar. «Déjame las llaves del piso dentro de la rueda del coche, en el párking», le pidió a su mujer, antes de irse de copas. Esa noche, la última para el cámara de Montuïri, ambos consumieron cocaína y alcohol. La autopsia a Rafel Gaspar así lo ha revelado, al igual que la prueba de drogas que le hicieron a Marcos tras ser detenido. Volvieron a Campos ya de día. Era viernes, 2 de mayo. El carnicero todavía le debía 12.000 euros al joven, pero lo que más le atormentaba es que Rafel Gaspar difundiera un vídeo de alto contenido sexual de ambos. Discutieron en el piso y el joven se marchó, acalorado. Pero no llegó muy lejos. Marcos lo siguió al rellano, le golpeó con una botella de cristal en la cabeza y lo dejó casi inconsciente. Luego lo arrastró a la casa, lo tiró en el pasillo y lo apuñaló catorce veces. Tras la carnicería, todavía tuvo la sangre fría de volver al rellano y limpiar la sangre con una fregona. Acto seguido se encerró en la casa, junto al cadáver de su amigo, y se sentó en el sofá. Sexo, mentiras y cintas de vídeo.