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Tras año y medio de obras, la reforma de la Comandancia de la Guardia Civil encara su recta final. Ayer por la mañana, la delegada del Gobierno, Teresa Palmer, visitó las instalaciones y comprobó, de primera mano, cómo se han dignificado unas dependencias que se encontraban hasta hace poco en un estado lamentable.

La visita tuvo tres guías: el coronel Jaume Barceló, el comandante interventor Asís Olmedo y el comandante de Personal y Apoyo, José Antonio Godoy. Los mandos mostraron a la delegada el patio reforzado, en el que aparecieron inquietantes grietas años atrás, y la remodelación de las oficinas, pasillos y falsos techos. Las obras se iniciaron en otoño de 2012 y de momento se están cumpliendo los plazos previstos. La finalización está próximo, según pudo constatar ayer Palmer.

Luminosidad

La Comandancia palmesana, que está formada por varios bloques de edificios, se construyó en la década de los 80, con materiales muy defectuosos. Con los años, las deficiencias se multiplicaron y, sobre todo, el acuartelamiento se volvió oscuro y húmedo.

Ahora, con las obras, se apuesta por la luminosidad de las oficinas del subsuelo, que llegaron a estar confinadas en una especie de búnker bastante insano.

Además de la luminosidad, los nuevos planos han apostado por la amplitud de las dependencias, en lugar de los espacios cerrados que hasta ahora abundaban en la Comandancia. «Se trata de que los guardias civiles que pasan muchas horas en las oficinas, estén en unas condiciones de trabajo dignas», explicó un mando de la Benemérita. Las obras en Manuel Azaña provocaron que se alquilara la antigua Conselleria de Comerç, en Son Rapinya, para reubicar unidades.