Pau Buades Florit, de 31 años, quien agradece la ayuda recibida.

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El pasado 10 de octubre, es decir, hace hoy exactamente cuatro meses, Pau Buades y Pep Cladera, de 31 y 27 años respectivamente, resultaron gravemente heridos al explotar un cuadro eléctrico en el estadio de Son Moix, durante los trabajos preparatorios del partido que debía enfrentar a la selección española contra Bielorrusia. Pau Buades, natural de Campanet, sufrió quemaduras en el 70 % del cuerpo y fue trasladado en estado crítico al hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Pep Cladera, vecino de sa Pobla, ingresó en Son Espases, en estado grave, con quemaduras en el 30 % del cuerpo.

Pasado un tiempo, Cladera recibió el alta hospitalaria aunque sigue en proceso de rehabilitación ya que, entre otras lesiones, tiene falta de movilidad en un brazo.

Pau Buades, que fue regidor del PSOE en Campanet durante unos meses al final de la legislatura 2003-2007, estuvo cerca de dos meses ingresado en Vall d’Hebron y después la mutua lo derivó al hospital Delfos de Barcelona, donde sigue recuperándose de las graves lesiones.

Al cumplirse cuatro meses de «la explosión que me cambió la vida», Pau ha querido hacer pública, a través de sus familiares, una carta para agradecer la ayuda recibida y su afán de lucha.

El joven recuerda que «hoy hace cuatro meses que mi vida cambió en un instante en el estadio de Son Moix. Una décima de segundo me cambió el aspecto y el buen vivir que había tenido hasta ese instante que no sabía apreciar, que ahora tanto echo de menos pero espero que vuelva al menos en parte». «Pero no podría contar nada si no hubiese sido por la rápida intervención de los servicios de emergencias de Palma, en unos minutos había en el estadio ambulancias, bomberos, policía, etc.», añade. El joven destaca que «fueron los primeros de una cadena de actuaciones bien hecha. La rápida decisión de trasladarme a Vall d’Hebron fue clave».

Atención

Pau explica que a lo largo de todo este tiempo ha recibido una atención excelente y una humanidad fuera de lugar. «Desde la cama de un hospital sólo puedo dar las gracias a la Unidad de Grandes quemados de Vall d’Hebron. Los médicos y enfermeros no solo me han curado y dado muestras de su gran profesionalidad a diario, sino que también han encontrado tiempo para atender de manera exquisita a mis familiares que vivían momentos de gran confusión cuando me debatía entre la vida y la muerte».

El joven también quiere dar las gracias a la asociación Kreamics, que agrupa a personas afectadas por quemaduras, familiares y amigos, porque ha sido clave psicológica y emocionalmente en momentos en que se encontraba «perdido y desorientado».

Para acabar no quiere dejar sin mencionar a sus familiares y amigos que, «a pesar de la distancia han hecho todo lo posible para estar cerca de mí, han sido y son un gran apoyo que me ayudan a seguir adelante». Pau concluye que «no hay medicina que iguale unas buenas risas con los amigos» y se despide con un animado: «sigo luchando».