Alejandro de Abarca, hoy en el banquillo. | Alejandro Sepúlveda

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Alejandro de Abarca se cargó en su declaración todo el planteamiento de su defensa que buscaba un atenuante de confesión y otro por el consumo de drogas. El acusado se retractó de su declaración ante la Guardia Civil y en el juzgado de instrucción y desgranó una versión rocambolesca en el que la víctima se fue con él por voluntad propia y su muerte se produjo por accidente.

Cuando antes había dicho que no conocía de nada a Ana Niculai, ahora Abarca afirma que habían sido «como novios» meses antes de la muerte de la joven, el 19 de julio de 2010. También negó que la hubiera secuestrado en un aparcamiento de la calle Jeroni Pou, de Palma, sino que señala que la víctima se fue con él para «hacerle un favor». A partir de ahí relata de forma confusa que mientras él hacía una serie de recados para no quedar mal en el trabajo, la joven le esperó, bien en su casa, bien en distintos bares. En todo ese proceso aseguró que ambos consumieron droga fumada. Antes había reconocido que le inyectó heroína a la joven para evitar que gritara mientras la tenía secuestrada en el maletero.

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Abarca se negó a contestar a las preguntas de las acusaciones. A su defensa le contó todo el nuevo relato de hechos de una tacada, sin que el letrado insistiera en esta nueva versión. Según dijo tras un día juntos, llegaron al Camí de s'Amarador, de Muro, para tomar droga. Allí, él se puso a preparar «base», una mezcla de cocaína para fumar. «En ese momento, pegó eso un estallido. El Zippo se me fue. Fue una llamarada que quedé ‘flipao', me quedé fuera sentado, flipando con la explosión que había pegado». Antes había admitido que roció el coche de gasolina y lo prendió para borrar huella, si bien sostenía que o bien la joven ya estaba muerta o bien él no sabía que estaba allí a causa de la droga que había tomado. Añade que durante los cuatro días que le buscó la Guardia Civil estuvo en el poblado de Son Banya.

A preguntas de la presidenta del Tribunal intentó aclarar algunas de las múltiples incoherencias de su versión. Afirmó que tuvo que ir a un taller de Lloret de Vistalegre porque había pinchado y que, Ana iba con él pero que la dejó en un bar. Sobre la explosión sin que nadie le preguntara intentó aclarar cómo la joven apareció en el maletero del coche si él sostiene que estaba en el asiento trasero dormida: «Llevo años dándole vueltas. No sé si dio un bote y se quedó en la parte de atrás». «No sé qué me pasó. No sé cómo me fui porque no me acuerdo. Pude haber pedido auxilio».