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El temporal que el martes por la tarde entró por Andratx, Calvià y Palma, y que oscureció la sobremesa y causó una lluvia de incidentes, se trasladó por la noche al sur de Mallorca, con consecuencias devastadoras. Cala d’Or, en mayor medida, y Santanyí, s’Alqueria Blanca y ses Salines, con menor intensidad, sufrieron un aguacero que llegó acompañado de fuertes vientos. Los vecinos, ayer por la mañana, recordaban con mucho miedo lo sucedido horas antes. «No hemos pegado ojo en toda la noche, estábamos muy preocupados», contó Juan, un residente en Cala d’Or.

«Lo más curioso es que cuando empezó a llover, entre los rayos, el viento y la lluvia no oímos que estaban cayendo pinos enormes. Luego, cuando salimos a la calle, vinos que eran decenas los árboles y ramas caídas», añadió el vecino.

111 litros

En 24 horas -de las nueve de la mañana del martes a las nueve de la mañana de ayer- se recogieron en Santanyí 111 litros por metro cuadrado, una cantidad muy importante. En la vecina ses Salines la cantidad fue muy similar: 110 litros por metro cuadrado. La situación se descontroló por la noche, cuando el agua empezó a entrar en algunas casas de Cala d’Or, junto al torrente de Cala Gran, y los vecinos pidieron ayuda. Eran, en su mayoría inmigrantes, con escasos recursos económicos, y los servicios sociales del ayuntamiento les prestó ayuda para que fueran realojados en un hostal. En total, fueron evacuadas 26 personas, pero sólo nueve pasaron la noche en el citado establecimiento. «Hay barro por toda la casa, se han mojado las camas, los muebles, los electrodomésticos... Hemos perdido muchísimas cosas, incluso las básicas, como la ropa», contó una afectada. No es la primera vez que esas viviendas quedan anegadas, como recordó ayer un comerciante de aquel núcleo turístico.

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Dos colegios de Santanyí -Blai Bonet y Bisbe Verger- también sufrieron daños materiales a consecuencia del temporal y los alumnos no pudieron ocupar todas las aulas.

Por la mañana, las calles de Cala d’Or amanecieron con un aspecto desolador: pinos sobre casas, ramas cortando calles, señales de tráfico derribadas y paredes desplomadas. Ahora hace buen tiempo -explicó María, otra vecina de Cala d’Or- pero ayer por la noche esto era un auténtico desastre. Yo estaba muy preocupada de que los árboles de mi chalet no cayeran sobre la casa. Ha sido una angustia».

Los bomberos y el Ibanat (Instituto Balear de la Naturaleza) cortaron los árboles caídos y los fueron retirando a trozos, tras ser cargados en camiones.

A media tarde, la situación comenzó a normalizarse en aquellas calles y numerosos peritos de compañías aseguradores visitaron casas y coches dañados por el temporal. Las calles que habían permanecido cerradas por la caída de árboles fueron reabiertas. El aguacero había pasado, sus consecuencias seguían visibles.