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«Después de tantos años, si la quemó y enterró no creo que encontremos nada, pero todo está en manos de la Guardia Civil y ya veremos lo que pasa». Pedro es uno de los hijos de María Pujol Escala, asesinada por su marido en 1977. Ayer, a raíz de la publicación del caso en los medios de comunicación, acudió a la finca de Son Llebre, en Son Ferrer, donde supuestamente su padre, Jaime C.M., enterró a su madre tras asesinarla hace ahora 36 años.

El caso, en la época, pasó por una desaparición voluntaria. Jaime, el cabeza de familia, maltrataba a la mujer y a los niños y todos creyeron que ella había huido. En realidad fue asesinada, quemada y enterrada. Con el tiempo Jaime volvió a casarse y falleció el pasado mes de febrero con 82 años. Su segunda mujer reveló entonces el crimen y se reactivó la investigación. Entre otros datos se ha sabido que el día que desapareció Maria Pujol, que nació en Sóller en 1940, su esposo hizo una gran hoguera en el jardín, donde quemó una vaca muerta y otros animales.

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En 1993 los hijos de Maria Pujol acudieron al programa «Quién sabe dónde» pero no se supo nada sobre su paradero. Esta semana, perros adiestrados de la Guardia Civil llegados expresamente desde Madrid han rastreado los terrenos de Son Llebre en busca de restos humanos y se han sacado muestras de un montículo.

Pedro, junto a esta zona que ha sido acotada por la Guardia Civil, manifestó ayer: «La hemos estado buscando durante más de 35 años y parece que la teníamos enterrada a doscientos metros de la finca. Después de tanto tiempo, si mi padre quemó a mi madre y después enterró los huesos no sé qué es lo que se puede encontrar. Mi padre se portaba mal con la familia y nos maltrataba, estamos traumatizados, encontrar a nuestra madre sería al menos un recuerdo agradable».