El torero José Ortega Cano hoy, martes 12 de marzo de 2013, en la sala de la Audiencia de Sevilla, donde ha comenzado el juicio que lo enfrenta a cuatro años de cárcel por un homicidio imprudente al causar presuntamente un accidente de tráfico en el que murió el conductor de otro vehículo en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) y que ha empezado con la petición, por parte de la defensa del diestro, de nulidad de la prueba de alcoholemia, declarándose inocente. | Efe

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El extorero José Ortega Cano ha insistido este martes en que respetó las señales de tráfico, condujo a la velocidad reglamentariamente permitida y no bebió alcohol antes del accidente de tráfico mortal ocurrido el 28 de mayo de 2011 por el que perdió la vida un vecino de Castilblanco de los Arroyos identificado como Carlos Parra, subrayando que únicamente se tomó dos coca-colas y «se mojó» los labios con una copa de cava que le ofrecieron en un establecimiento hostelero, todo ello a pesar de que en la prueba de alcoholemia arrojó un resultado de 1,26 de gramos de alcohol por litro en sangre.

Ortega Cano, para quien la Fiscalía de Sevilla pide cuatro años de cárcel por un delito de homicidio imprudente en concurso con dos delitos contra la seguridad vial --uno por conducción temeraria y otro por circular bajo los efectos del alcohol--, ha llegado a la sala donde se celebra el juicio a las 9,41 horas, con gesto serio, vestido con un traje de chaqueta azul y corbata roja y acompañado por su abogado, Enrique Trebolle .

En medio de una gran expectación mediática, el exganadero ha aseverado en su declaración que, después de fallecer su mujer, Rocío Jurado, se «refugió» en la bebida durante «unos meses», porque en ese momento «me sentí muerto en vida» y «el que quería morirme era yo», no obstante lo cual ha querido dejar claro que transcurridos esos meses dejó de beber alcohol, tomando otras bebidas como Aquarius o Coca-Cola, pues, a modo de ejemplo, ha señalado que la cerveza «me sienta muy mal porque me da gases en la barriga».

Centrándose en el caso concreto por el que se le enjuicia en el Juzgado de lo Penal número 6 de Sevilla, Ortega Cano ha «jurado» que no bebió «ninguna gota de alcohol ni por la mañana ni por la noche» del día de los hechos, añadiendo que, por prescripción médica y debido a los problemas de corazón que sufre, los facultativos «le han prohibido totalmente tomar alcohol» y por ello para él el alcohol «es un veneno». «Si quiero morirme no tengo más que tomar alcohol», ha afirmado.

«Confío en Dios en la Justicia»

Cuestionado por el fiscal por la prueba de alcohol en la que dio 1,26 de gramos de alcohol por litro en sangre, el exganadero ha respondido diciendo que «ha venido aquí con toda la verdad y confiando en la verdad, y lo que diga es la pura verdad», señalando que por el hecho de ser una persona pública se le «ha tergiversado» y se le ha hecho «una injusticia tremenda», punto en el que ha aseverado que «confía en Dios y en la Justicia» y que siente una gran «pena» por la persona fallecida.

Tras subrayar que le gustan «el deporte, el campo y la vida sana», el extorero ha relatado que, antes del accidente, acudió a una hospedería donde «se mojó» los labios con una copa de cava para «complacer» a la camarera que se lo había ofrecido, tras lo que se dirigió a su casa en Castilblanco de los Arroyos, donde estuvo «relajadamente» viendo la televisión antes de salir a las 19,30 horas con su coche para llevar a su hija a casa de una amiga en Villaverde del Río.

El trayecto «lo hice despacio, disfrutando, hablando con mi hija», ha recordado Ortega Cano, quien ha indicado que sobre las 20,30 horas llegaron a Villaverde, donde se tomó una coca-cola antes de partir sobre las 21,45 horas y dirigirse a un establecimiento de Burguillos, ya que había quedado con su dueño. Una vez allí, aparcó, entró y le invitaron a tomar una coca-cola «con la que prácticamente me mojé los labios».

No recuerda el momento del accidente

El extorero, que ha declarado por espacio de poco más de una hora, ha asegurado que respetó «en todo momento» las señales de tráfico y la velocidad reglamentaria, pues «a estas alturas de mi vida no hago carreras», y que no realizó ningún adelantamiento ilegal --tal y como denunciaron varios conductores-- en todo el trayecto hasta que tuvo lugar el accidente, el cual no recuerda, al igual que todo lo sucedido posteriormente. «Tengo todo lo que pasó hasta segundos antes del accidente memorizado», ha puesto de manifiesto.

A su juicio, antes de la colisión con el vehículo de la víctima en la A-8002 «le tuvo que ocurrir algo raro, como un mareo o un vahído» relacionado con sus arritmias cardiacas, ya que ha asegurado que si hubiera estado «con sus sentidos» y hubiera visto al otro coche venir de frente «se hubiera tirado por el barranco o por en medio del campo».

Ortega Cano ha asegurado que, aunque no recuerda nada, está seguro de que no superaba la velocidad permitida en ese tramo de carretera, y en este punto ha querido puntualizar que en un programa de radio no dijo que fuera «lanzado, sino cansado». «En todo momento, circulé por debajo del límite reglamentario», ha afirmado el extorero, pese a que la Guardia Civil sitúa su velocidad en el momento del siniestro en 125 kilómetros por hora.

La viuda de la víctima conoce al acusado de verlo «en bares»

En la jornada de este martes también ha declarado la viuda del fallecido, Manuela Gurruchaga, quien ha relatado que su marido salió ese día de casa «en buen estado físico y psíquico» para dirigirse a su nuevo puesto de trabajo, añadiendo que conoce al acusado de verlo «en bares» de la localidad de Castilblanco. Además, ha señalado que tanto ella como sus dos hijos han tenido que recibir tratamiento psiquiátrico, tratamiento que sigue recibiendo su hija.

Esta versión de los hechos ha sido ratificada por el hermano de la víctima, Manuel Parra, quien ha «reclamado» la pérdida de su hermano, y ha agregado que, a consecuencia de su fallecimiento en el accidente de tráfico, también ha recibido tratamiento psiquiátrico.

La primera jornada del juicio ha comenzado con la fase de cuestiones previas, en la que el abogado del acusado ha planteado la «nulidad de pleno derecho» de la prueba de alcohol que le fue realizada a su cliente a partir de una muestra que le fue extraída en el Hospital Virgen Macarena donde fue ingresado tras el accidente.

La defensa impugna la prueba del alcohol

Según el letrado, se ha vulnerado el derecho a la intimidad, ya que la sangre «se le extrajo con una finalidad terapéutica y para salvarle la vida», y no para emplear la prueba en el juicio penal, añadiendo que, además, «para tener efectos incriminatorios en este proceso penal es necesaria una resolución especialmente motivada», pero en este caso «no ha existido esta resolución judicial motivada».

A su juicio, la prueba «ha entrado en el proceso indebidamente», lo que no ha sido compartido por el fiscal de Seguridad Vial, Luis Carlos Rodríguez León, que se ha opuesto a la nulidad de la prueba al entender que no se ha vulnerado el derecho a la intimidad y esgrimiendo en este sentido la Ley de Tráfico, que establece que «en un accidente con resultado de muerte es obligado realizar la prueba» de alcoholemia «a todos los implicados».

Los letrados de la acusación particular también se han opuesto a la petición de nulidad de la prueba de alcoholemia, que será resuelta por la juez Sagrario Romero en la propia sentencia.