Imagen de la sala al inicio del juicio. | Alejandro Sepúlveda

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El juicio del ‘caso Kabul’ es el juicio del no. Los acusados no conocen al resto de acusados, nunca han tenido los móviles que se les intervinieron y jamás han traficado con drogas. En la tercera sesión del juicio declararon 26 de los 55 acusados. Todas las declaraciones fueron clónicas: los acusados rechazaban responder a los fiscales Adrián Salazar y Julio Cano y negaban cualquier participación a preguntas de sus letrados. La única excepción, uno de los correos a los que la Guardia Civil detuvo con un cargamento de dos kilos de cocaína en el coche.

El supuesto número dos del clan de ‘La Paca’, su hermano ‘El Moreno’ fue de los que más habló. A preguntas de su letrado, Gaspar Oliver, explicó que los 155.000 euros en metálico que la Guardia Civil encontró en su casa provienen de la tienda de ultramarinos que tiene en el poblado de Son Banya en la que, según dijo, «se vende de todo». «El dinero lo tengo en casa porque tengo un precinto de hace quince años en los bancos», afirmó, refiriéndose a una condena previa por blanqueo de capitales. ‘El Moreno’ también negó cualquier relación con la vivienda en la que se encontró droga lista para vender al menudeo y dice que es de su hija, menor de edad ya condenada en un juzgado de menores. «Mi hija se casó a los trece años y tiene su casa, su marido y sus hijos. Vive aparte. Cada cual tiene su casa», explicó. Sobre las 113 joyas que se encontraron en su vivienda dijo que eran «las típicas de una mujer».

Los hijos de ‘La Paca’, ‘La Guapi’ y ‘El Ico’ ni siquiera respondieron a sus abogados. Uno de los supuestos vendedores del poblado y un sobrino de la matriarca, ‘El Ico pequeño’ señalaron que estaban jugando a la videoconsola cuando la Guardia Civil tomó el poblado y que por eso fueron detenidos.

Los miembros de otro de los clanes, el de ‘El Chupi’ se desvincularon de la venta de drogas y negaron haber organizado envíos de cocaína y heroína desde Barcelona para su venta en Son Banya.