A la izquierda, el capitán Moisés en una de sus últimas fotos en un acto de los Donantes. | Pere Bota

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Ayer se sucedieron las muestras de condolencia por la muerte del capitán de la Guardia Civil Moisés Requena. El emblemático oficial de la Comandancia de Palma, que ya estaba retirado, ha sido uno de los mandos más queridos y respetados del Cuerpo.
«Fue siempre un señor, un caballero», resumieron ayer sus compañeros y amigos, muy afectados por la muerte de Moisés, que tenía 68 años de edad.

Solidario

Pero además de ser una leyenda en la Guardia Civil, el capitán también desarrolló en sus últimos años una intensa labor intentando concienciar de la necesidad de donar órganos.

Moisés Requena nació en Cuenca e ingresó en la Benemérita el 1 de enero de 1966. Pasó por distintos destinos en Mallorca, Manresa y Maó y a partir de 1999 regresó a Palma, su casa.

Como jefe del Grupo de Información destacó por su meticulosidad casi quirúrgica. Ayer, sus allegados coincidían en algo: «Nadie podía hablar mal de él porque era una persona entrañable».