Pese a las continuas redadas policiales, el negocio de la venta de sustancias estupefacientes se mantiene en el poblado de Son Banya. | Alejandro Sepúlveda

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Cuentan que no hace mucho un residente en el poblado de Son Banya le preguntó a otro quién era la prima de riesgo «esa de la que hablan tanto los payos», y la respuesta fue, textual: «No la conozco, pero si es paya mejor que no le hagas mucho caso». Se trata de una anécdota, pero en cierta manera define cómo ha afectado la crisis a la venta de drogas en Son Banya. La respuesta es rotunda, en nada.


Control
Hoy por hoy se mantienen abiertos entre 45 y 50 puntos de venta de cocaína y heroína. La policía tiene controlados 47, pero siempre se deja un margen para la improvisación. De hecho los puntos de venta se van moviendo según las circunstancias, y siempre se instalan en pequeñas construcciones que están adosadas a las viviendas. En el argot lo llaman los adosados y dando la cara, dicho así literalmente, hasta hace poco estaban sudamericanos y, sobre todo, paraguayos. Nunca, o casi nunca, gitanos.


Pero eso ha cambiado. Muchos de los sudamericanos se han ido asustados por la presión policial, y sus puestos los van ocupando los toxicómanos de siempre, los que cuando no venden pululan por el poblado mostrando sus miserias a los centenares de compradores que acuden a diario.

Lo que de verdad ha cambiado son las identidades de algunos de los jefes o jefas de los clanes, siempre por causas mayores, o sea, están encarcelados.

En estos momento se sabe que quienes dirigen el cotarro en el poblado son gente del clan de ‘Los Valencianos’, y en un imaginario ránking le siguen los clanes de ‘El Owe’, ‘La Eva’, ‘El Kiko’ y ‘La Rosario’.
Sobre los puntos de venta, en todos se vende de todo, o casi todo. Es decir, cocaína, heroína y en algunos casos marihuana. Pero la droga ‘reina’ de mayor salida en el poblado es la cocaína, con 35 puntos de venta, seguida de la heroína, que se puede obtener en doce puntos. La entrada es libre. La salida, depende.