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«He descolgado el teléfono y me ha dicho: 'Mamá, molts d'anys'. Entonces he empezado a llorar». Sobre las once de la mañana de ayer, después de una de las noches más angustiosas de su vida, Magdalena Ballester recibía una llamada de su hija Paquita, en la que le comunicaba que tanto ella como su hermana y las dos amigas con las que había viajado a Japón se hallaban en Hiroshima, que estaban bien, que no se habían apercibido del terremoto hasta la noche del viernes y que, tal y como estaba previsto, regresarán a Mallorca el miércoles.

Magdalena Ballester, que ayer cumplía 74 años, es la madre de Paquita y Teresa Pons. Ambas partieron el pasado 24 de febrero de vacaciones al país nipón junto a otras dos amigas, Pola Pericás y Margalida Coll. Sus familiares permanecían angustiados por que no tenían noticias suyas desde que se produjo el terremoto y el posterior tsunami que arrasaron la costa norte occidental de Japón.

«Me han llamado para felicitarme y para decirme que se encontraban bien, que el seísmo no les había afectado», comentaba ayer Magdalena Ballester. «Su suerte ha sido que comenzaron el viaje por el norte y luego bajaron hacia el sur. Si la ruta hubiera sido al revés las cosas quizás serían de otra forma. De hecho, no se dieron cuenta de lo que había ocurrido hasta la noche, y entonces pensaron que ya era demasiado tarde para llamar y prefirieron a hacerlo hoy (por ayer).

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El padre de Paquita y Teresa, Jaume Pons, no se encontraba en su domicilio cuando sus dos hijas llamaron para felicitar a la madre, sino en el supermercado. «Allí un vecino me ha preguntado por ellas, le he dicho que todavía no teníamos noticias y poco después la cajera ha dicho que en la radio decían que ya las habían localizado. He regresado a casa y mi esposa lo ha confirmado», relataba Jaume, que confesó haber pasado una noche angustiosa aunque también entiende que «tal y como debieron quedar las telecomunicaciones tras el terremoto, no me extraña que no pudieran contactar con nosotros».

El hermano de ambas, Jaume Pons, comentaba que «me he puesto verdaderamente inquieto esta mañana, cuando al levantarme he comprobado que nadie me había llamado». «Lo que provoca angustia es no saber nada, la incertidumbre de no saber qué ha sucedido».


Asustados

Maria Mateu, la madre de Pola Pericás, se asustó el viernes al mediodía al oír que la televisión anunciaba que en Japón no había mallorquines. «Entonces supimos que nadie las tenía en cuenta a ellas y comenzamos a buscarlas», dice Maria, que al igual que Magdalena Ballester ha recibido la llamada de su hija sobre las once de la mañana. «Ha sido una de las noches más angustiosas que recuerdo, quizá la que más. Cuando ayer (por el viernes) vimos las imágenes de lo ocurrido en Japón nos asustamos. Son imágenes tremendas. Por eso estábamos tan preocupados», añade.